or fin, después de tres largas semanas, fue electo el líder del Congreso de EU. Las vicisitudes para elegirlo dan cuenta de la profunda división política que existe, ya no digamos en la nación en general, sino entre las diferentes corrientes al interior del Partido Republicano. La derecha radical, inspirada en el aventurerismo y la maldad de Donald Trump, y la moderada, cuyos esfuerzos han sido estériles en rescatar la tradición conservadora del partido cuya inspiración contemporánea es Ronald Reagan.

Es prematuro aún hacer una evaluación que el efecto político tendrá en el mediano y largo plazo la paralización del Congreso ocasionada por la irresponsabilidad de los legisladores republicanos. Es de esperarse que la sociedad estadunidense tome nota del daño a la imagen del Congreso, pero conociendo la corta memoria histórica de buena parte de la sociedad es aventurado pensar que sus efectos perdurarán en el momento que se efectúen las elecciones de noviembre de 2024.

Por lo pronto los daños están hechos, entre ellos el escaso tiempo que resta para la discusión y aprobación del presupuesto para el año fiscal que debió haber comenzado en octubre. La discusión y aprobación fueron pospuestas por la falta de acuerdo entre los legisladores demócratas y republicanos en torno a las modificaciones que pretendían hacerle. Pero lo más grave fue que los republicanos de la derecha más intolerante defenestraron a su líder por la temeridad en hacer algunas concesiones a la oposición demócrata. Ahora habrá que ver la forma en que el nuevo líder tratará de concertar las rivalidades entre radicales y moderados de su partido.

Cabe señalar que el nuevo líder ha sido avalado por Trump, quien, no obstante la acumulación de juicios en varios tribunales, continúa siendo el líder incontestado de la ultraderecha en su partido. La aprobación del presupuesto no será una negociación fácil tomando en consideración la oposición ultramontana de los republicanos en oponerse a las políticas de protección social y del medio ambiente del presidente Biden. Y desde luego por la sombra que Trump proyectará en voz del recién nombrado líder del Congreso.

Dada las complejidades que encierra la discusión del presupuesto, no se ve fácil que concluyan en las dos semanas cuando vence la fecha para su aprobación. Primero será necesario un acuerdo entre los legisladores que integran la mayoría republicana, posteriormente entre los que integran la minoría demócrata. Lo que sigue es el gran acuerdo entre republicanos y demócratas para dar luz verde a un presupuesto que por ahora está en el limbo.