De la claridad de objetivos
ay tareas que se ejecutan de manera urgente porque su resultado sirve de escalón para los proyectos importantes y definitivos, algo así como emparejar un piso desigual para poder empezar la gran escalera al paraíso soñado, pero alcanzable, según un proyecto largamente trabajado. Este es el camino que escogió el presidente Andrés Manuel López Obrador para comenzar a ejecutar su compromiso llamado primero los pobres
, cuyos difíciles comienzos y trayecto artificialmente sembrado de otros obstáculos que los esperados, no han logrado disminuir el mérito de empresas de buena fe, con sentido de oportunidad y mucha prudencia, como ha sido el llamado Sembrando Vida, cuyo objetivo de reforestación masiva no ha podido dar todavía los frutos esperados, en parte porque en menos de cinco años no se puede medir una masa forestal nueva, pero sobre todo porque el marco teórico de su planificación está inserto en un puro neoliberalismo, es decir, emplear el trabajo joven campesino en la producción de mercancías para el mercado nacional e internacional sin tomar en cuenta las exigencias de la naturaleza… ni la de los productores directos.
Sin embargo, el presidente mexicano con toda buena fe ha llevado este programa como un ejemplo a seguir entre nuestros vecinos mesoamericanos y los de más al sur, con el noble propósito de disminuir la presión migratoria, doblemente castigada, de nuestros países hacia el vecino del norte.
Pero, ¿por qué sería este programa neoliberal el recurso definitivo para la solución de la emigración del campo a Estados Unidos? En realidad, nuestro Presidente, influido por su secretario de Agricultura, Villalobos, neoliberal connotado, adoptó un programa que separa la fuerza de trabajo de la plusvalía generada por la misma, pretendiendo que el salario campesino es su ganancia
por sembrar maderables y frutales, cuando en realidad estos productos engrosan el capital que los pone en el mercado y los sembradores reciben un salario despojado de su plusvalía, apenas lo justo para el mantenimiento de una familia que, para colmo, se alimenta con productos chatarra producidos y comercializados por los mismos capitales que capitalizarán los frutos y las maderas… Así como las divisas enviadas por migrantes a sus familias residentes en México, ciertamente aligeran los compromisos del Ejecutivo (que reitera su gratitud constantemente), pero nunca han resuelto ni van a resolver el problema económico y menos el de la alimentación de los mexicanos, quienes vamos en número creciente de morbilidad y mortandad por la ingestión de comestibles no aptos para nuestro consumo y ni siquiera el animal…
En cambio, si el Presidente y quien lo suceda, toman en serio el proyecto de devolver al pueblo mexicano su alimentación tradicional (que no es sólo de maíz), otorgando a sus productores y productoras los medios para re despegar y la confianza para cultivar, cosechar y comercializar, entre nosotros los consumidores mexicanos, nuestros alimentos básicos, el Ejecutivo de hoy y de pasado mañana harán patria de manera inolvidable. Una patria con renovadas raíces y un pueblo con raigambre a su suelo, justamente el que nos dará una identidad real por la cual luchar, y no sólo la identidad llamada cultural (como si la alimentación de un pueblo no fuera lo esencial de su cultura).
La Cruzada por la Milpa representa una estrategia en una batalla que debe ser de todos, pero algunos somos ya un pivote que luchamos por tener, en primer lugar, voz alta, y en segundo lugar la confianza de nuestros compatriotas para luchar juntos en lo más noble que tiene el ser humano: compartir el pan con el prójimo, y la tortilla y todo lo que alberga una verdadera milpa cuya fiesta será esta semana y ¡vivan los muertos y las muertas! Repetimos: nuestra obligación moral, económica y social es contravenir el diseño inhumano del Capital nacional e internacional, y creemos que sólo podremos hacerlo dentro de la 4T. Nos reconozcan o no, hoy por hoy, sus líderes visibles.