Vecinos piden que revisen sus casas
Sábado 28 de octubre de 2023, p. 9
Acapulco, Gro., Recorrer las avenidas de Acapulco es actualmente un tour de azoro y horror. Los daños son interminables. En el puerto se reforzó la presencia de la Guardia Nacional, así como del Ejército Mexicano, cuyos elementos liberan la avenida Costera Miguel Alemán de árboles y escombros; llegó un convoy de la Secretaría de la Defensa Nacional con vehículos pesados y se incrementaron las unidades de la Comisión Federal de Electricidad en colonias, pero las afectaciones sobrepasan cualquier posibilidad de censar a los perjudicados.
Los casi 200 árboles del Centro Internacional Acapulco desaparecieron y el saqueo es la constante en la emergencia. La actividad económica se redujo a buscar restos de comida y cuanto objeto pueda ser tomado de tiendas, restaurantes y refaccionarias.
Cientos de personas sacan los últimos productos de los comercios. En centros comerciales de la avenida Cuauhtémoc, familias se apuraban a llevar impresoras, papel bond, huevos y juguetes. Algunos sacaron bolsas de pan y trastes con comida, frijoles, zanahorias y pasteles de un restaurante Toks.
En la avenida Niños Héroes de la colonia Progreso, como en otras vialidades, están apilados montones de ramas, escombros, fierros retorcidos, láminas galvanizadas, colchones, muebles, semáforos y anuncios espectaculares.
En la colonia Morelos hay decenas de postes de energía eléctrica derribados.
Doña Noemí explicó que su vivienda sufrió daños en bardas y paredes, pero insiste en comprar su alimento, en no tomar nada que no sea suyo, y recomienda no acercarse al mercado central porque están asaltando
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Don Julián pide a reporteros que tomen fotos de su vivienda en la colonia Icacos, pues una barda se vino abajo y dejó sin techo a una vecindad donde vivían 40 personas. A continuación fue al Oxxo cercano, de donde salió con tres botellas del tequila más caro.
Corrió el rumor de que había señal telefónica sobre la avenida Costera como en el Asta Bandera, el zócalo y el estacionamiento del hotel Calinda, lo que atrajo a numerosas personas que buscan comunicarse con sus familiares.
También hay muestras de bondad, algunos regalan lo obtenido en sus incursiones a supermercados a personas sentadas, con la mirada perdida, que lloran mientras miran sus teléfonos.
Al terminar el día, el silencio se apodera de Acapulco. Las familias se apresuran a volver a sus casas, pues la ciudad sigue en tinieblas. A medianoche se escucha algún perro, alguien que camina sobre láminas, alguna sirena, alguna voz lejana y nada más.