Jueves 19 de octubre de 2023, p. 8
Pocas veces se habrá presenciado y sentido una emoción como la que Salón Los Ángeles se vivió la noche del martes. Fanáticos de todas las edades de todas los puntos de la ciudad manifestaron en todo momento euforia por escuchar a una de las más grandes organizaciones musicales del Caribe, la Orquesta Aragón de Cuba, que tras dos décadas de no presentarse en escenarios mexicanos llegaba a ese recinto para ser la delicia de los amantes de la buena música cubana.
Ya desde la entrada, en los pasillos y mesas, había comentarios sobre la longevidad (84 años de quehacer musical) y la importancia que esta agrupación ha tenido en el desarrollo del música bailable de todos los tiempos, desde que el violinista y carpintero Orestes Aragón Cantero la formara en 1939 en la sureña ciudad de Cienfuegos. El público bebía ron y estaba feliz mientras llegaba el momento de escuchar al mito.
Por fin, a las 10 en punto aparecieron sobre el escenario, con elegante vestimenta de colores apastelados, las tres voces y los músicos del violín, piano, bajo, tumbadoras, pailas y güiros. Al micrófono, el anunciador dio la habitual bienvenida a nombre de los presentes y soltó la frase esperada: Señoras y señores, con ustedes la Orquesta Aragón de Cuba
. Una salva de aplausos los saludó y en seguida el famosísimo estribillo de entrada: ¡Aragón, Aragón, Aragón! Si tú escuchas un son sabrosón, ponle el cuño es la Aragón. Si tú escuchas un rico danzón, ponle el cuño que es la Aragón.
Así, la tradicional agrupación, uno de los hitos más importantes de la música caribeña iniciaba su esperada actuación.
Con un archivo integrado en su mayoría por chachachas comenzó la fiesta de casi hora y media de tralla musical. Arrancó con El paso de Encarnación/El cuarto de Tula para luego sorprender con Yaye boy, un éxito de la orquesta Africando en versión afrochá, que impulsó el ánimo. Unos en la pista y otros de pie frente a la Charanga Eterna, tomando testimonio con sus celulares.
Vinieron a continuación viejos éxitos resurgiendo como si fuesen estrenos que movieron los pies y la cintura de los bailadores: El bodeguero, Manuela no me pelea, Hay que saber comenzar, Calculadora, Sabrosona, Pare cochero y Quiéreme siempre.
El carácter distintivo de La Aragón se destaca por el sonido de la flauta, presente en cada melodía, así como la majestuosa ejecución del piano y cuerdas en el plano armónico; las tumbadoras, el güiro y el contrabajo que se encargan de poner el cuerpo y ritmo del acompañamiento, y las voces al unísono, sello único que establecieron desde un inicio los legendarios cantantes Felo Bacallao y Pepe Olmo.
El concierto de la Aragón es sencillo, sin grandes aspavientos. Cada sección destaca de manera correcta y precisa. Cada quien en su papel, el que le corresponde. De repente alguna descarga de piano o percusiones que alertan virtuosismo. Momento estelar es cuando el joven tumbador se anima a bailar, como antes hacía Felo Bacallao, con espectaculares movimientos de rumba que exaltan el ánimo del gentío. Estallan las pailas, vuelan los violines y el piano se desborda.
Ya dijimos que la orquesta lleva 84 años de formada, y la que ahora escuchamos está en su tercera generación, pero conserva el sabor a tradición, como si por ellos no hubieran pasado los años y las modas.
¿Cuál es el secreto de la vigencia?, se le pregunta al director Rafael Lay Bravo al término de la fiesta. Esbozando una sonrisa expone: “Nunca hemos dejado de trabajar (…) El sello es resultado de todos, un poquito de todo el mundo; el sonido Aragón ha resultado del trabajo de todos, en los detalles, a la hora de interpretar, porque yo te pudiera decir que el mismo arreglo lo toca otra orquesta y no suena igual, es interpretación”. Y esa interpretación
que dice Rafael es por lo que la Aragón es considerada la madre de las charangas cubanas y patrimonio inmaterial de la humanidad.
¡Vivan la Aragón y sus bailadores!