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Nosotros ya no somos los mismos

En el Caribe cada persona desperdicia al año 69 kg de comida // En México, 94 // En 2024, ¿$5.2 millones para alimentos de los ilustres ministros de la Suprema Corte?

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▲ Recolección de verduras y legumbres desechadas en la Central de Abastos de la Ciudad de México, en abril de 2022.Foto Luis Castillo
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n sempiterno lector que, como es obvio, goza de todo mi afecto, dice que, a su parecer, el hambre es la peor afrenta que caracteriza a la humanidad en la etapa que vivimos. Sus razones son muchas y muy atendibles; por ejemplo: el hambre que padecen millones de seres humanos no es dolencia inevitable, sino criminal decisión de un grupo muy minoritario de personas en el planeta, a quienes él, no vacila en calificar de peligrosísimos sicópatas, capaces de ver a la humanidad ser víctima de una hambruna definitivamente mortal y no sentir siquiera lástima y menos aún, responsabilidad.

Como coincido en mucho con mi lector y amigo (más bien amigo y por eso lector), en vez de continuar con algo tan evidente que no requiere probatoria alguna, paso a referirme a otra iniquidad absolutamente inexplicable.

¿Cómo puede ese grupúsculo de seres (¿humanos?) ver sufrir y perder la vida a millares de semejantes sin alterarse e intentar un auxilio que las más salvajes de las bestias no escatimarían a ningún espécimen de su raza? Bueno, pues aquí agrego otro dato para el asombro, la incredulidad y el asco. Dice la Organización de Naciones Unidas (ONU): 31 por ciento de los alimentos que se producen alrededor del planeta son tristemente desperdiciados. Este indignante porcentaje se compone por 17 por ciento en el comercio y en los hogares el restante 14 por ciento se pierde por fenómenos climáticos y otros imponderables.

El caso es que los datos que proporciona la ONU, ya cuantificados en dólares sobrepasan el billón, explicablemente distribuidos así: 680 mil millones de dólares en el primer mundo y 310 mil millones de dólares en los países en vías de desarrollo (qué vía tan larga y qué desarrollo tan inalcanzable). Pero las pésimas noticias no terminan aquí, pues la ONU agrega: el desperdicio de alimentos es también una amenaza grave para nuestro maltratado ambiente, dado que, para producir los alimentos del desperdicio, se requiere de 38 por ciento de la energía que el planeta produce.

Explicable despropósito si tomamos en cuenta que en la región del Caribe cada persona es responsable del desperdicio de 69 kilogramos anuales de alimentos y por lo que respecta a nuestro país los datos no son más halagüeños: en promedio cada persona tira a la basura anualmente, un promedio de 94 kilos de alimentos. Cuando estaba terminando de escribir estas notas, cayó en mis manos la síntesis de una información que ha cimbrado a cuantos la leyeron.

Los hechos descritos y los actores involucrados hacen tan inconcebible la verdad de lo relatado, que gran número de los receptores dudaban de la veracidad de lo que leían. Me estoy refiriendo a la cloaca, al albañal en que algunos ministros (actuales y pasados) han venido convirtiendo a la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Esta lamentable situación fue dada a conocer como imprescindible respuesta a la flagrante provocación que representó el proyecto de presupuesto que los ilustres togados presentaron para el año próximo. Este asunto reclama más espacio, por eso me concreto a mencionar un solo rubro de las demandas que la cúpula del Poder Judicial, presenta para su aprobación a la Cámara de Diputados, bajo el estricto entendido de que, el desarrollo de sus funciones, y el apego de sus decisiones a lo estipulado por el texto constitucional, están obviamente supeditadas a la aprobación de nuestra propuesta presupuestal.

Propuesta de inclusión en el presupuesto: 5.2 millones para alimentos de los ilustres ministros y 1.7 millones para adquisición de cucharas, tenedores y cuchillos. ¡Todos contra el desperdicio!

@ortiztejeda