Principalmente, los curiosos se reunieron en la Plaza de la Constitución y Pino Suárez
Domingo 15 de octubre de 2023, p. 4
La emoción de quienes se reunieron para apreciar ayer el eclipse anular en el Centro Histórico fue mucha, en particular en uno de los sitios más importantes del país: el Zócalo capitalino, el simbólico ombligo de la Luna.
A diferencia del memorable eclipse total del astro rey que se pudo apreciar el 11 de julio de 1991, no se oscureció. Padres de familia con sus pequeños construyeron filtros caseros con cajas de cereales o galletas; y grupos de jóvenes, sin conocerse, entablaron conversaciones sobre el asombroso fenómeno astronómico.
La mayoría de los curiosos se ubicaron principalmente en la esquina de la Plaza de la Constitución y Pino Suárez, mientras que en los alrededores del Zócalo capitalino (no sobre la plancha) se podía ver a decenas de personas esparcidas mirando al cielo.
Desde temprana hora, seis jóvenes estudiantes y una madre de familia, con su hijo de 11 años se alistaron en la plancha para ver el eclipse, mientras que en los alrededores turistas y transeúntes caminaban como si fuera un día más de fin de semana. Una hora después de iniciado el eclipse, no eran más de 20 personas las que se habían agrupado para verlo.
Para los más jóvenes fue emocionante ser testigos del espectacular fenómeno astronómico: es algo que no se ve todos los días
, dijeron, sin embargo, se sintieron un poco decepcionados de que no hubiera más gente interesada en ver el eclipse.
Un vendedor de filtros le decía a la gente que lo vieran con uno, se los daba en la mano, pero sencillamente, casi a nadie le interesaba y se seguían de largo
.
La cuestión cambió cuando los asistentes se agruparon de manera espontánea. La curiosidad de los niños y niñas, los comentarios de asombro de los jóvenes y adultos por ser testigos del eclipse anular de Sol, atrajeron la atención de quienes transitaban por el Zócalo.
En la calle de Madero, la explanada del Palacio de Bellas Artes y la Alameda Central, paseantes detuvieron su marcha para observar el fenómeno astronómico y no pocos intentaban capturar el momento con sus telefónos.
El eclipse generó camaradería entre quienes llevaban su filtro con los que no lo consiguieron, algunos acudieron a varias ferreterías de la calle de Corregidora y estaban agotados, y se los cedían para observar, o guiaban por donde había visto a algún comerciante ofrecer los cristales por 10 pesos.
Después de desayunar en el Café Tacuba, Jorge y Lucía caminaron a Bellas Artes donde improvisaron un visor con cajas, aquí no volteas, ves para abajo
, dentro de la caja por la abertura en forma de ventana, donde se proyectaba a través de una perforación al fondo de forma diminuta.
¡Sí se ve!
, comentó Alejandra, quién esperaba a un amigo a un lado y les compartió a su vez el filtro que su papá le consiguió.
Humberto Salgado, comerciante del Centro Joyero de Madero 54, instaló frente a la plaza su cámara profesional para hacer tomas del eclipse y se vio también rodeado de personas que se acercaban al visor para ver la imagen captada y tomar con su teléfono fotografías a la pantalla.
Otro sitio donde los capitalinos se reunieron para observar el eclipse fue en el planetario Ingeniero Joaquín Gallo, ubicado en el Parque de los Venados, en Benito Juárez. Largas filas permanecieron por algunas horas para lograr verlo desde el telescopio y participar en los talleres que se realizaban en las instalaciones.
Otras familias y grupos de amigos compraron por 65 pesos lentes especiales; en tanto el hijo de Wendy realizó con una caja de cartón su propia proyección para el eclipse
. La mayoría de la fila no alcanzó a comprar los lentes.