La figura de la artista surrealista y escritora británico-mexicana Leonora Carrington (1917-2011) cobra vida en una nueva obra teatral para narrar en primera persona uno de los episodios más dramáticos de su vida: su reclusión en un hospital siquiátrico en Santander, España, gestionada por su padre, debido al estado mental de la pintora a raíz de un ataque que sufrió en Madrid, hasta que se escapa. Los sucesos ocurrieron entre junio de 1940 y enero de 1941.

Carrington se manifiesta por medio de la actriz Carolina Politi, en Leonora (oratorio sonámbulo en las tierras de España), obra del dramaturgo jaenés Alberto Conejero, con dirección escénica del mexicano Juan Carrillo, que se estrenó en el Festival CulturaUNAM. La función contó con música compuesta por Éricka Vega e interpretada en vivo por Sigma Project, cuarteto de saxofones. El montaje tendrá en noviembre una temporada en el Foro Sor Juana Inés de la Cruz, aunque sin música en vivo.

Con su abundante cabellera revuelta, Politi evoca a la pintora del autorretrato La posada del caballo del alba (1936-1937), tanto en su vestimenta (saco verde olivo, pantalón blanco y botines negros) como en su manejo del cuerpo: sentada en una silla con las piernas abiertas.

Leonora… aborda un tema delicado en la vida de Carrington, aunque Juan Carrillo señala que ésta lo hizo en el relato autobiográfico Memorias de abajo (1943): Sentimos que le molestaba esta sensación morbosa. Para el director escénico, en Memorias de abajo la artista pide contar los hechos de la siguiente manera: “No me preguntes a detalle qué sucedió y con estas minucias, porque lo que viví fue desde otro lugar. Es decir, no hay que olvidar, sin embargo, ya basta de hablarlo de la manera que ustedes quieren escucharlo.

“En Leonora… la artista habla de su pasado, pintura y escritos. Nosotros también quisimos presentar este pasaje desde otro lugar. Los artistas necesitamos inventar otras realidades. Para mí, esa es Leonora.”

Antes de involucrarse en el proyecto, Carrillo conocía a la artista de manera bastante lineal y superficial. En la medida en que empezó a entrar en detalle en algunas cosas, me di cuenta de un abanico que no tiene nada que ver con una primera lectura de alguien como Leonora.

En el caso de Carrington, como muchos grandes, tiene que ver con la interpretación; es decir, no son trabajos desde una sola mirada. Ella nunca quiso etiquetas; esa falta hace que cualquiera nos enganchemos con una cosa, explotemos otra y pongamos el acento en otra. Más allá de una moda, Carrillo considera que abordar el trabajo tan amplio de alguien como Carrington nos permite acercarnos y descubrir nuestra lectura de lo que hay allí, aunque no está cerrado. La fuente de inspiración siempre será permanente.

De acuerdo con Carrillo la puesta en escena es el resultado de una invitación hecha a Conejero para participar en el Festival CulturaUNAM. “Él propuso la figura de Leonora como eje para contar una historia que, de pronto, araña sobre las violencias. La imagen de Leonora le pareció a Conejero un puente entre España y México.

Me ofrecieron este texto para leer, y se convocó a un equipo. A raíz de nuestras investigaciones decidimos jugar con la idea de lo que pudiera ser el viaje de la persona y su cabeza, más que un trabajo antropológico de su obra. Con el pretexto de lo que sentíamos a partir de su trabajo, jugar con esta historia que también tuvo su lado luminoso.