yer, personal del Sindicato Único de Trabajadores de la Industria Nuclear (Sutin), de la Sociedad Nuclear Mexicana (SNM) y de la Red Mexicana de Educación, Capacitación e Investigación Nuclear (Remecin) participaron en el foro Soberanía energética, cambio climático y energía nuclear
, organizado por el Instituto de Educación Política.
El tema de dicho evento debió propagarse desde hace muchos años, ya que es de interés público y la población pudo tener claro, desde entonces, la importancia del uranio, del torio, de las llamadas tierras raras y, en general, entender el significado y el valor de la soberanía energética.
Como lo señalamos en el artículo pasado en este mismo espacio de La Jornada, la mentira perjudica el proceso de información y valoración respecto de los recursos naturales con los que cuenta el país. No sabemos desde temprana edad cuáles son los recursos naturales y por qué nos pertenecen, de acuerdo con nuestra Carta Magna.
No informar es también una forma de ocultar la verdad, tal vez estamos frente a una actitud de mentir clandestinamente. No proporcionar la información que nos interesa y que nos proporciona, además de un tipo de identidad, una parte de la soberanía nacional, es contrario a la verdad.
La participación de Rafael Barajas El Fisgón
, compañero de La Jornada, es otra señal más de la seriedad con la que se está tomando la nueva educación mexicana. Si bien los datos proporcionados en ese evento son técnicos y especializados, lo importante es hacer hincapié en que estamos hablando del país, probablemente de un aspecto de la nación al que no teníamos acceso.
En el Instituto Nacional de Formación Política (INFP) de la Cuarta Transformación, se reorientará este tipo de información y de participación de especialistas, compañeros y compañeras de diversas instancias científicas que tienen mucho que aportar, no sólo a la información y a la educación de la población militante y público en general, sino también a la defensa de la independencia técnica de la investigación nacional.
De los debates que se reproducen en los medios de información masiva, además de los especialmente certeros grupos en YouTube, es decir, en las redes sociales, se observa que, en aquellos que se identifican como progresistas, representantes del periodismo y de la participación ciudadana tratan de que los datos ahí proporcionados se apeguen a la verdad. Hoy contamos con esta posibilidad para difundir la ciencia.
Es así como se retomará la verdad científica sobre la manipulación de los tergiversadores de la realidad. Por interés económico, político, social, o simplemente por la animadversión a una nueva expresión de gobernar, quienes mantienen un estado de falsa democracia y libertad de expresión tendrán que modificar sus principios (si es que los tienen) a favor de una nueva etapa de la vida política y social en nuestro país.
Por supuesto que debemos hacer el esfuerzo por manejar un lenguaje más sencillo para explicar el funcionamiento de la riqueza en recursos naturales que tenemos. Los descubrimientos han sido universales, pero, y sin falsa modestia, contamos con los programas y el historial de las actividades científicas de alto nivel.
En el área de la física, la ingeniería nuclear, la químico-física, geología y otras disciplinas más, el personal que ha mantenido viva la ciencia en el país debería ser reconocido a nivel nacional como se hace con los deportistas, artistas, etcétera, por sus éxitos y cuyas hazañas ocupan, a veces, las ocho columnas de los principales medios informativos.
En el caso de algún personaje que no pertenece al área deportiva, pero sí, por ejemplo, a las matemáticas, el diseño robótico, hallazgos científicos, innovación o propuestas novedosas reconocidas mundialmente, no nos damos cuenta de sus triunfos o de su existencia hasta que se publica un pequeño texto y una foto con el presidente Andrés Manuel López Obrador.
Actualmente contamos con gestiones y movimientos nuevos a favor de la inclusión de la energía nuclear como integrante del grupo de las fuentes limpias para generar electricidad, además de otros rubros, entre ellos, la medicina nuclear.
Quienes nos hemos dedicado a la investigación de la industria nuclear, hemos subsistido milagrosamente y a pesar de la política contraria a la soberanía energética por parte de los gobiernos pasados.
Entre los compañeros que han insistido en no dejar morir la industria del uranio, por mencionar sólo algunos, se encuentran Manuel García Barajas, Antonio Méndez Jaramillo, J. Luis François Lacouture, Gastón González Sepúlveda, Armando M. Gómez Torres, Carlos Cisneros Zamora y muchos más profesionales de la física, ingeniería, geología, química, etcétera.
De tal forma que sufrimos un sometimiento que, por primera vez en varias décadas, se diluye, y la postura de la revolución de las conciencias está a la orden del desarrollo científico.