ara no variar, no estoy de acuerdo con el Palmarés oficial que concluyó el certamen. No obstante, el desempeño de la francesa Claire Denis, presidenta del jurado, y el alemán Christian Petzold, cineastas estimables que uno consideraba personas de buen criterio, la premiación no se salvó de los que me parecen desatinos. Otorgarle la Concha de Oro a un filme tan menor como O corno (El cuerno), de la española Jaione Camborda, cumple una tradición donostiarra que parece maldición. En unos años, pocos, nadie se acordará de esa película salvo la estadística.
Mas justos fueron los reconocimientos para la argentina Puan, cuyos autores, María Alché y Benjamín Naishtat, se llevaron la distinción a mejor guion, y el actor Marcelo Subiotto obtuvo la Concha de Plata a la mejor interpretación protagónica, ex aequo con el veterano japonés Tatsuya Fuji, por Una larga ausencia. Más discutible fue la Concha de Plata a la mejor interpretación de reparto para el gigantón Hovik Keuchkerian, por Un amor, quien por cierto hizo el payaso largo rato en la ceremonia antes de dar su agradecimiento.
La nórdica Kalak –que no alcancé a ver– obtuvo el Premio Especial del Jurado para la directora Isabella Eklöf y el de mejor fotografía para Nadim Carlsem. Mientras, la Concha de Plata a la mejor dirección fue para la dupla de taiwanesas Tzu-Hui Peng y Ping-Wen Wang por la olvidable Un viaje en primavera.
Mi decepción fue mayor cuando no ganó el documental mexicano El Eco, de Tatiana Huezo, en la sección Horizontes Latinos, sino el documental argentino El castillo, de Martín Benchimol. También un cineasta argentino, Eduardo Williams, se hizo acreedor al galardón de la sección Zabaltegi-Tabakalera con su largometraje El auge del humano 3. Un tema que fue constante en los discursos de agradecimiento de ambas películas fue advertir ante el peligro de la política neoliberal de ultraderecha que parece amenazar a su país.
Otros galardones paralelos fueron, en cambio, muy coherentes. El premio de la Cooperación Española fue para la española La estrella azul, de Javier Macipe, que había ganado también el Premio de la Juventud. El RTVE Otra Mirada se lo dieron a la australiana The Royal Hotel, de Kitty Green, ignorada por el jurado oficial. El de mejor película de Culinary Zinema se lo adjudicó La pasión de Dodin Bouffant, de Tran Anh Hung, vietnamita radicado en Francia, quien ya había ganado como mejor director en Cannes.
En cuanto a las distinciones decididas por el voto del público, la mejor película europea fue para Yo, capitán, del italiano Matteo Garrone (también ganadora en Venecia) y el premio del público donostiarra fue para La sociedad de la nieve, de JA Bayona.
A fin de cuentas, fue una edición satisfactoria, con las irremediables limitantes en la sección oficial que ya he explicado, pero con una organización impecable en la que –según la publicación Variety– se hicieron provechosos negocios de coproducción. Durante nueve días se logró ver buen cine bajo un clima que por esta ocasión fue inmejorable.
X: @walyder