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Riqueza racial
“D

esde un punto de vista biológico, las razas humanas no existen”. Esta afirmación de genotipia explica que en la piel hay melanocitos, células que producen y contienen pigmentos, y que hay dos tipos llamados melanina: uno es marrón parduzco y el otro rojo amarillento. El color de la piel depende de la cantidad y la proporción de ambos y tiene que ver con los diferentes genes.

Las migraciones han propiciado la mezcla de linajes, cada uno con sus propiedades genéticas y características pigmentarias, lo que ha dado lugar a múltiples configuraciones. Así, el color de los seres humanos es el resultado de una compleja secuencia de eventos biológicos y demográficos.

Durante el virreinato, en la Nueva España surgió el sistema de castas, entre otras por el temor de los grupos más privilegiados de perder derechos y poder político o económico por parte de un número cada vez mayor de población mestiza. También se utilizó la ideología de la limpieza de sangre, patético antecedente del racismo europeo moderno.

Aquí el mestizaje fue producto de las mezclas entre blancos europeos y peninsulares, indígenas americanos, negros africanos y uno que otro oriental que desertó de la Nao de China. Las diferentes combinaciones dieron como resultado una estructura que estaba integrada por más o menos 16 grupos sociales.

Estas castas fueron un motivo muy representado por los pintores, ya que las obras eran un objeto muy buscado por las familias prominentes y las instituciones, tanto de la Nueva España como de la península ibérica y lugares del Oriente.

Usualmente representan grupos familiares rodeados de un entorno doméstico o del ejercicio de algún oficio. Esto les da un encanto e interés especial porque permiten acercarse a la vida cotidiana de la época.

Llama la atención que en la mayoría de las pinturas hay la misma dignidad en la representación de un indígena o una mulata que en la de un español: aparecen elegantemente ajuareados, luciendo joyas y elaborados peinados.

Aunque algunos de los nombres con que clasificaban a las distintas mezclas suenan despectivos: salta patrás, tente en el aire, lobo... las representaciones de las mismas los muestran con encanto y algún tipo de belleza particular. Más que con un fin degradatorio, parece haber prevalecido la necesidad de establecer un orden frente a una realidad tan compleja.

Recientemente el Banco Nacional de México, a través de Fomento Cultural Citibanamex, AC, Fundación Diez Morodo y Fundación Casa de México en España, inauguraron la exposición Biombos y castas. Pintura profana en la Nueva España.

Reúne nueve biombos y 46 pinturas de castas provenientes de instituciones privadas, públicas y de colecciones particulares de muchos de los artistas virreinales de mayor renombre, por mencionar algunos: Miguel Cabrera, Juan Rodríguez Juárez, José de Alcíbar y Andrés de Islas.

Ya comentamos acerca de las pinturas de castas y sobre los biombos hay que destacar que es un mueble que tuvo gran auge en los siglos XVII y XVIII. Llegaron de Oriente por el Galeón de Manila, popularmente conocido como la Nao de China. El generoso tamaño de sus hojas plegables servían de lienzo a los pintores que pudieron desarrollar temas históricos, mitológicos y grandes paisajes. El tema de la Conquista es uno de los más representados desde fines del siglo XVII; algunos biombos muestran paisajes de la Ciudad de México con gran detalle, lo que permite conocer la traza urbana del siglo XVIII, que todavía conservaba calles de agua, lagunillas y señorial arquitectura. No fue exagerado el viajero inglés Charles Latrobe cuando la llamó La ciudad de los palacios.

Precisamente el llamado Palacio de Iturbide, que alberga la exposición, es sin duda uno de los que abonaron a la famosa frase, así la visita a la exposición brinda doble agasajo.

En Uruguay 3 se encuentra el tradicional restaurante El Danubio, donde podemos disfrutar buenos mariscos y pescados. Los platillos de más fama son la sopa verde de mariscos y los langostinos al mojo de ajo –al lado– para que cada quien le ponga su gusto y el imprescindible vino blanco seco. Si el bolsillo anda mermado, tienen un menú con cuatro platillos, sabroso, económico y abundante que va muy bien con una cervecita muy fría.