París recuerda al ilustre creador de la torre Eiffel
a Torre Eiffel es el gran símbolo de París. Hace parte de la historia y el paisaje de la ciudad desde 1889. Tiene 330 metros de altura y su estructura pesa 7 mil 300 toneladas. La visitan cada año más de 6 millones de turistas. Actualmente, la repintan para proteger su estructura de la oxidación y que luzca mejor en los Juegos Olímpicos que se celebrarán el año próximo en esa urbe.
Su creador, Gustave Eiffel, advirtió que la pintura era esencial para conservar una obra metálica, y los cuidados que se le prodiguen son la única garantía para su durabilidad. En el caso de la torre, debía pintarse cada siete años, dijo. Insuficientes, señalan ahora los expertos más reconocidos, pues el monumento entró en un estado de oxidación que requiere un trabajo de conservación muchísimo mayor.
Es lo correcto y urgente en bien de la torre y de su creador, que murió hace un siglo. Para recordarlo, la sede de la Ciudad de la Arquitectura y el Patrimonio de París, ubicada frente a la obra más famosa de Eiffel, ofrece ahora una gran exposición dedicada a la ciudad en tiempos de este ilustre ingeniero.
El visitante puede comprobar la estrecha relación que él tuvo con la urbe, a la par que resalta sus otros grandes logros arquitectónicos en el paisaje parisino.
Se detallan los lugares donde vivió y trabajó; sus proyectos para modernizar la ciudad, la mayoría, poco conocidos; la influencia que tuvo la capital en su vida privada y profesional, y su trato con las grandes personalidades de su disciplina y el arte de la época, y con funcionarios y políticos, muchos de los cuales dudaron que fuera posible llevar a cabo su monumental proyecto.
En una sección se destaca la importancia de la investigación científica en los trabajos de Eiffel. Por ejemplo, dedicó más de tres décadas de su vida a la aerodinámica, la aeronáutica y la meteorología, todas fundamentales para lograr que su famosa torre estuviera a salvo de los fenómenos climáticos y el paso de los años.
Incluso podemos descubrir su despacho, con mobiliario original, reconstruido gracias a los préstamos del laboratorio de aerodinámica de Eiffel.
De corolario, una película de Martin Bourboulon detalla la vida amorosa de Eiffel y los problemas que enfrentó con los miles de obreros, ingenieros, arquitectos y técnicos que hicieron posible edificar su magna obra.