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Carrera cambia el bullicio por las ovaciones

Con fuerza y dignidad, 2 mil tepiteños corren por las calles del barrio bravo

Estamos en contra de la criminalización del lugar donde vivimos, aquí también se hace deporte; somos historia pura, afirma Mayra Valenzuela

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▲ Niños, adultos y personas de la tercera edad fueron los protagonistas de este recorrido por las emblemáticas calles de Matamoros, Aztecas, Toltecas, Jesús Carranza y Tenochtitlan.Foto Yazmín Ortega Cortés
 
Periódico La Jornada
Miércoles 27 de septiembre de 2023, p. a10

En Tepito los martes se descansa, pero el barrio no se calla. Corre.

Hoy el ambiente es diferente. En estas calles de vendimia cotidiana, regateos y gritos de comerciantes, 2 mil corredores se ajustan las agujetas, shorts y playeras deportivas para recorrer cuatro kilómetros de la primera carrera oficial en el barrio.

Somos fuerza, bravura y resistencia; Tepito es historia, es pasión y trabajo. Demostremos de qué estamos hechos corriendo y mostrando nuestras calles, grita Mayra Valenzuela, una de las defensoras de los derechos humanos más conocidas de Tepito.

Desde hace algunos años, Mayra pertenece a las Siete Cabronas, grupo dedicado a reivindicar el prestigio del barrio bravo.

Estamos en contra de la criminalización del lugar donde vivimos, aquí también se hace deporte y se forman grandes personajes; somos historia pura y eso lo tenemos que demostrar con actividades como la de hoy, dice aguerrida.

A pesar de que no hay paquetería ni guardarropa como en las carreras tradicionales, los ánimos no decaen. Tampoco importa que el sonido no funcione del todo y las instrucciones de los organizadores sean confusas.

Aquí todos se echan la bolita, nadie sabe nada, se queja un corredor.

Suena el Himno Nacional tras un muy breve calentamiento y a los pocos segundos sale el pelotón rumbo a las principales calles del barrio. Pasan por Matamoros, Aztecas, Toltecas, Jesús Carranza y Tenochtitlan.

Al arribar a Aztecas, no se escucha la música tropical de los changarros. Tampoco el llévele, llévele promoviendo la fayuca de primera. El bullicio se apaga al menos du-rante un rato, ante un puñado de atletas debutantes.

Son pocos los vendedores en las calles; si acaso algunos puestos de comida, discos, películas o ro-pa usada. El apoyo de los tepiteños es poco, pero ruidoso.

Dejen pasar a los del maratón, ¿no ven que están cansados?, dice el dueño de un puesto de juguetes de segunda mano y agrega: Por momentos como este, la vida no es tan triste.

La vigilancia policial en el recorrido es poca. Entre quienes buscan cruzar la meta se abren paso motonetas tripuladas por jóvenes con casco que estorban a los participantes. Incluso algunos automovilistas sortean a los corredores, moles-tos por la pérdida de tiempo que este inconveniente supone.

Se les avisó, señores, esperen a que terminen, no pueden pasar, tienen que terminar todos, explica una chica del staff, aunque no le hacen caso.

El olor a mariguana se eleva en algunos tramos y los eventuales vagabundos tirados obstruyen el paso de los tepiteños.

No es tan fácil como lo pensaba, creo que me voy a desmayar en cuanto llegue a la meta, confiesa Mariana, vendedora de calzado deportivo.

Entre el olor de la pintura utilizada por los hojalateros locales llega Armando Cabrera (14.14 minutos) en primer lugar. Daniela Corde-ro, esposa del jefe de Gobierno Martí Batres, es la encargada de la premiación.

Todos los participantes, niños, adultos y personas de la tercera edad, reciben su medalla y la presumen. Los premian también con un bailable típico protagonizado por un grupo local. Hoy, volverán a la rutina habitual.

La carrera realizada ayer forma parte de una iniciativa del gobierno de la Ciudad de México por llevar la actividad física a los lugares más alejados. El deporte por fin llega hasta los recovecos de los barrios, como un derecho ciudadano.