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Las variables de 2024
L

a discusión electoral se ha centrado en los atributos personales de las aspirantes presidenciales y en la diferencia sustantiva entre uno y otro proyecto político. Sin embargo, los próximos meses estarán plagados de riesgos que determinarán de manera directa el escenario electoral. En otras palabras, en 2024 los nombres en la boleta serán tan relevantes como las condicionantes externas e internas. Temas que están fuera del control de las dirigencias partidarias o la voluntad de una u otra candidata. Migración, seguridad, salud pública, por mencionar tres.

La crisis migratoria, en la que cientos de miles de centroamericanos son empujados al norte por una situación insostenible en sus países de origen, está adquiriendo dimensiones dramáticas. Las escenas que hemos visto esta semana y que han ocupado portadas en La Jornada, tendrán una consecuencia inmediata en la política estadunidense. La imagen de los trenes llenos de migrantes, los ríos humanos cruzando la frontera radicalizarán aún más a los radicales de derecha en los albores de la elección presidencial de Estados Unidos, y harán caro para los demócratas adoptar posiciones razonables y empáticas. El debate será quién propone la medida más radical y cruel contra la migración indocumentada, quién propone el muro más alto, la barrera más llamativa, la medida más radical. Si hace 10 años alguien hubiera dicho que un candidato presidencial estadunidense ganaría abanderando la idea de construir un muro y exigiendo a México pagar por ello, nadie le hubiera creído. Hoy, la idea no solamente se puso en marcha, sino que es emulada por un establishment ávido de posicionar entre el electorado más conservador, que ellos sí son capaces de mantener a raya a América Latina, planteamiento que ignora las raíces de la migración, la dinámica económica del siglo XXI y las limitaciones de toda barrera física frente a la avalancha esperanzada en una vida mejor.

¿Cuál será el planteamiento de las candidatas presidenciales en esta materia?, ¿cuál será el momento que les toque vivir cuando sean votadas, en materia migratoria?, ¿cuál el tono de la discusión pública en Estados Unidos? Si este es el siglo de las migraciones, el próximo es el año de prueba.

En materia de salud pública, y sin querer sonar alarmista, nada ni nadie puede garantizar que no enfrentemos una crisis como la que desató el covid-19. Sí, las circunstancias son diferentes y estamos mejor preparados, pero nadie puede asegurar que lo que vivimos durante la pandemia sea irrepetible.

En materia de seguridad, 2024 será una prueba de fuego. De los miles de candidatos a cargos de elección popular el próximo año, ¿cuántos llegarán vivos al día de la votación? No podemos engañarnos: los candidatos no solamente intentarán ganar, sino en muchos casos, sobrevivir. Sobrevivir a un crimen organizado que entendió que los ciclos electorales determinan las condiciones en que pueden operar por los próximos tres o seis años. Un crimen organizado que entendió que la correlación de fuerzas había cambiado y que ya no importaba que los gobiernos lo dejaran operar, sino que podían ser ellos quienes decidían si el gobierno municipal o local operaba o no. En otras palabras, el crimen aprendió a hacer política.

Podremos dedicar horas y ríos de tinta al análisis de las personalidades que contienden, pero el estilo personal de gobernar y contender es insuficiente para analizar nuestro contexto político. Choques externos, tormentas perfectas, llamémosle de la forma que convenga, pero las externalidades serán tan importantes como los perfiles y determinantes para entender el país que gobernará por primera vez una mujer.

La política y la economía recorren dos caminos paralelos y dependientes. Este país sabe suficiente sobre cómo la primera descalabra el mejor plan económico y cómo un hecho de este tipo incide en el ánimo social y las decisiones políticas. Ojalá que 2024 sea un año en el que se preserven la estabilidad en ambos planos. La voluntad y responsabilidad políticas de los actores involucrados marcan la agenda de riesgos interna; lo demás es un mapa geopolítico que nos rebasa y habrá de determinar el futuro inmediato de México. El tema, en suma, no son las constantes en las que se ha centrado la discusión, sino las variables de 2024.