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71 Festival de San Sebastián
Gringas que no convencen
A

yer fue el día de la competencia dedicado al cine estadunidense independiente. La primera muestra, llamada Fingernails (Uñas), es el segundo largometraje del griego Christos Nikou, otrora asistente de su paisano, el talentoso Yorgos Lanthimos. Nikou debió haber prestado más atención.

Situada en una época indeterminada –aunque la música, la presencia de tocadiscos y la ausencia de celulares hacen pensar en los años 80– se trata de una tibia sátira social sobre un aparato que sirve para medir si una pareja es compatible. A la formada por Annie (Jessie Buckley) y Ryan (Jeremy Allen White) les ha salido positivo; sin embargo, la primera tiene sus dudas por lo cual entra a trabajar al Instituto del Amor, donde se practica la prueba y se somete a los interesados a ejercicios para reforzar su vínculo. Uno de los técnicos, Amir (Riz Ahmed), es especialmente apto para inventarlos.

No se necesita ser Nostradamus para adivinar que Annie acabará enamorándose de Amir. El asunto es tan poco imaginativo como el aparato mismo, que parece una vieja computadora montada sobre un horno de microondas. Buckley y Ahmed son notables actores y aquí hacen milagros para elevar el interés de la previsible trama. Pero es inútil. Fingernails no consigue decir nada novedoso, relevante, ingenioso o introspectivo sobre el amor. O sus formas de comprobarlo, si es que existen.

La otra, en cambio, se hace llamar All Dirt Roads Taste of Salt ( Todos los caminos de tierra saben a sal) y es tan presuntuosa como su título. Es el debut de la cineasta afroamericana Raven Jackson, que obtuvo elogios de la crítica a su estreno en el pasado festival de Sundance.

Digamos que la voluntad narrativa no es su fuerte. El programa del festival resume su argumento de esta manera, que es una forma de enterarse: una exploración lírica de la vida de una mujer [negra] en Misisipi y una hermosa oda a las generaciones de personas y lugares que nos dan forma.

Lo que vemos es una serie de brincos cronológicos sobre la vida de una niña, adolescente y adulta llamadaMackenzie, con una insistencia visual en el agua en sus diferentes presentaciones, largos abrazos llorones con un énfasis en las manos entrelazadas y una abundancia de acercamientos (casi no hay planos generales). Además del valor pictórico, la película ostenta una expresiva banda sonora con sonidos de la fauna típica del pantano sureño (aves canoras, ranas, grillos, etcétera.).

Se necesita mucha paciencia para tratar de deducir el sentido de todo ello, pero muchos espectadores de la función de prensa no la tuvieron. Durante toda la proyección se escuchó el azotar de las puertas del teatro Principal, debido a la huida masiva de colegas.

Y no podía faltar mi reporte meteorológico. El jueves y el viernes fueron de lluvia fuerte y pertinaz. Ayer por suerte salió el sol finalmente, subieron las temperaturas y la ciudad de San Sebastián adquirió otro rostro.

X: @walyder