Sábado 23 de septiembre de 2023, p. a12
La música de Mozart es un paraíso por sus danzas, sus rizos, sus rulos, sus requiebros. Es un estado de gracia.
Tenemos también en la música cubana un paraíso por sus danzas, sus cantos, sus rizos, sus ritmos, sus ondulaciones. Igualmente nos transporta a un estado de gracia.
Todos los atributos de la música de Mozart lo son también de la música cubana: candor, frescura, alegría, diversión, baile, sonrisas.
Ambos mundos se maridan en el disco Mozart y Mambo: La Bella Cubana, de Sarah Willis con la Orquesta del Liceo de La Habana, dirigida por José Antonio Méndez Padrón, y solistas de la Filarmónica de Berlín.
Se completa así la trilogía Mozart y Mambo, cuyos dos primeros capítulos hemos reseñado aquí y ahora nos regocijamos en esta nueva entrega donde se incluye el Cuarto Concierto para Corno y Orquesta, con lo cual se completa también el ciclo de los cuatro conciertos para corno de Volfi, escanciados en los eslabones de esta trilogía.
El disco inicia precisamente con este Cuarto Concierto, con Sarah Willis como solista de la Orquesta del Liceo de la Habana, integrada por jóvenes cubanos bajo la batuta experta de Méndez Padrón.
Por supuesto que hay un sabor cubano en el sonar de este conjunto instrumental de excelencia, mientras que el desempeño solista de Sara Willis es magistral y coloca su ciclo de los cuatro conciertos para corno de Mozart entre los mejores del amplio espectro de grabaciones disponibles.
Sarah Willis es integrante notable de la sección de cornos de la Filarmónica de Berlín. Durante un viaje a La Habana descubrió el paraíso de la música cubana y emprendió un proyecto que parecía una locura; y eso es en efecto, una bendita locura: juntar la música de Mozart con la música de la isla. El resultado es un éxito mundial rotundo: más de 10 millones de visitas a los materiales en video que circulan en las redes sociales, tres álbumes, tres documentales, dos giras por Europa y el establecimiento de una fundación para donar instrumentos a Cuba.
Mozart y Mambo es el título del primer disco; Mozart y Mambo-Cuban Dances, el segundo, y ahora Mozart y Mambo: La Bella Cubana.
La pieza inicial de este tercer disco de la serie es un enigma mozartiano porque está escrito en tintas roja, verde, azul y negra, y en su estructura recurre al ripieno, que consiste en incluir dos cornos en la orquesta, además del corno solista.
El sonido del corno solista de Sarah Willis es un torrente de luz prístina, una escultura que viaja por la estancia, flota, danza, se mueve de manera espectacular en notas graves y se une, se funde, se separa y se vuelve a unir al sonido de la orquesta, y el todo es espectacular. Infinitamente mozartiano, sublimemente cubano.
La siguiente pieza, Rondo alla Rumba, muestra a la música cubana en todo su esplendor. Toma como punto de partida el tema central del cuarto movimiento del Concierto Cuatro de Mozart y agrega un montuno, síncopa, diálogos con clarinete, triálogos con trompeta, luego chachachá y toda la energía de una descarga cubana. La descarga es una de las formas de la música cubana donde intervienen alternadamente varios instrumentos cubanos hasta llegar a un clímax del conjunto.
Wolfgang Amadeus Rumba.
Enseguida, suena la Sinfonía Concertante K. 297b para oboe, clarinete, corno, fagot y orquesta formada por dos oboes y cuerdas, una de las obras más bellas de Mozart, aparejada con su Gran Partita.
En la interpretación de esta obra participan otros tres solistas de la Filarmónica de Berlín que viajaron con Sarah Willis a La Habana: el oboísta Jonathan Kelly, el fagotista Stefan Schweigert y el clarinetista Wenzel Fuchs.
Hay que insistir en que la Filarmónica de Berlín, la mejor orquesta del planeta, es una orquesta de solistas. En este espacio hemos reseñado algunos de los discos de ellos, comenzando por el de Los Doce Chelistas de la Filarmónica de Berlín, los del oboísta Albrecht Mayer y los de el flautista Emmanuel Pahud.
Este bello disco, Mozart y Mambo: La Bella Cubana, se disfruta de muchas maneras: es un gran disco de música de Mozart, es un disco fenomenal de música cubana, es una experiencia de placer y gozo por las obras donde escuchamos trenzadas, de la mano, de la cintura, abrazadas las músicas de Mozart y de Cuba.
El director de la Orquesta del Liceo de La Habana, José Antonio Méndez Padrón, escribe en las notas al programa de este disco: “Ser y sentirse cubano va mucho más allá de haber nacido en Cuba: es no poder dejar de mover tu cuerpo cuando escuchas música y querer bailar sin parar; es sentir pasión por el arroz con frijoles y la yuca, es soñar y hacer posible lo imposible, es dar todo lo que posees sin pensar en el mañana, es encontrar la belleza y la riqueza en las cosas simples de la vida porque lo más importante es su esencia.
“Siempre hemos dicho que Mozart hubiese sido un buen cubano si hubiese podido conocer nuestra isla y su cultura, pero lo que sí puedo asegurar hoy es que Sarah Willis se ha convertido y es más cubana que muchos de mis coterráneos, no me sorprendería que en su árbol genealógico tenga algún pariente corsario que haya estado en el Caribe y que como ella se haya ‘robado’ el corazón de los músicos cubanos.
“Una solista tan impresionante y humilde como Sarah Willis, quien es una máquina de energía que siempre está dando y dando y que contagia a todas las personas que están a su alrededor con su carisma y su optimismo.
“Hoy día, muchos niños y jóvenes que estudian música en Cuba tienen como su sueño y aspiración profesional tocar en la Orquesta del Liceo de La Habana porque su primer contacto con la música clásica fue haber escuchado o visto algo de Mozart y Mambo.
“Esa debería ser la meta de cualquier artista: conmover, emocionar, crear ilusiones en los espectadores y eso sin duda es algo que Mozart y Mambo ha conseguido hacer. Siempre estaremos agradecidos con Sarah y Alpha Classics por este proyecto que ha cambiado nuestras vidas y nos ha convertido en mejores seres humanos y músicos.”
Después de la Sinfonía Concertante de Mozart, escuchamos en el disco la obra que le da título: La Bella Cubana, creación del músico mulato José Silvestre de los Dolores White Laffite (1836-1918), conocido en París, donde estudió, como El Paganini Cubano, y de quien el poeta José Martí escribió lo siguiente, luego de escuchar esta obra: La música está perpetuamente palpitando en el espacio. La música es la más bella forma de lo bello. La música es el hombre escapado de sí mismo
.
La Bella Cubana, escrita hace 170 años, es el único ejemplo de concierto romántico escrito por un cubano, para dos violines y orquesta.
Recomiendo, para valorar más aún la interpretación de Sarah Willis y sus colegas de la Filarmónica de Berlín, en las filas de la Orquesta del Liceo de La Habana, las versiones de La Bella Cubana grabadas por Compay Segundo, en su tres, y la de Bebo Valdés, en su piano.
Y como no existen las casualidades, escuchemos a continuación la pieza final del disco: Guantanamera, de la que se cumplen 170 años de su creación, al igual que celebramos el 170 aniversario de La Bella Cubana.
Este himno cubano, Guantanamera, se inicia con las primeras estrofas de los Versos sencillos de José Martí, arreglados por Julián Orbón (1925-1991), uno de los grandes compositores cubanos, maestro por cierto de nuestro Eduardo Mata.
Escuchamos en esta versión algo inédito a la fecha: un solo de corno francés, a cargo de Sarah Willis, seguido de los solos de violín, flauta, piano, trompeta, otra vez el corno, ahora gran velocidad, acompañado por la sección de cuerdas.
La autora de esta gran gesta llamada Mozart y Mambo, Sarah Willis, declara a los músicos cubanos con quienes ha trabajado los recientes cuatro años: son mi familia, y el piropo más bonito que me han hecho es decir que ya soy cubana
. La bella cubana.
Escuchen, bailen, disfruten la trilogía completa de Mozart y Mambo, con música compuesta por los grandes clásicos de Cuba y por Wolfgang Amadeus Rumba.
En X: @PabloEspinosaB