o han sido lo mismo, en este sexenio, los festejos por la patria libre e independiente. A partir de 2018 existe un ambiente de cierta expectativa, mejor dicho, de emoción por el festejo patrio. Insisto, no es lo mismo. Es posible, muy posible, que la población antipatriota, anti Cuarta Transformación y antitodo lo que este gobierno lleva a cabo, deseara terminar con esta tradición.
Algunos acontecimientos que se pudieron observar este 16 de septiembre de 2023 son, definitivamente, algo especial. Antes no se habían escuchado en las arengas finales de El grito de Independencia de los presidentes pasados frases como Vivan nuestros hermanos migrantes
o Viva el amor
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Notorio fue el tipo de ritual anual por el 15 y el 16 de septiembre de gobiernos anteriores, simuladores y aburridos, cuando se llevaba a cabo sólo por cumplir con el compromiso constitucional. Para la clase política de esas épocas lo importante eran el banquete y la fiesta que se autorregalaban por su patriotismo
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La investidura presidencial no recuperaba respeto ni autoridad moral sólo por el hecho de llevar a cabo tal festejo.
En este penúltimo Grito de Independencia, las características del discurso del presidente López Obrador se han alejado de aquel ritual institucional priísta y de los 12 gritos panistas. De hecho, fue suspendido el desfile en el sexenio secuestrado por Felipe Calderón.
El contenido del actual Grito alude a quienes representan un símbolo de lucha, un ejemplo de moral y de espíritu de libertad. A lo largo de los últimos cinco años, en diversos actos oficiales, hemos conocido o rememorado la vida revolucionaria de aquellas mujeres y hombres que dieron su vida por México y por quienes ahora tenemos un país más libre, consciente y participativo.
Por supuesto, para aquellos sectores de oposición incrédulos, miopes o nihilistas de nuevo tipo, ese pueblo al referido no existe y ese país al que aludimos es una fantasía; sin embargo, los proyectos que fueron promesas de campaña se están convirtiendo en asignaturas pendientes aprobadas.
Es importante destacar que, no obstante el dominio de la corrupción y la violación de los derechos humanos con represalias por manifestaciones de repudio, tanto a los gobiernos príistas como a los panistas, la gente llegaba al Zócalo a celebrar. Tanto en la Ciudad de México como en las principales plazas de los estados de la República lo importante era participar en el festejo.
Aquella deferencia por los protagonistas originales de la guerra de Independencia era simulada por los gobiernos neoliberales. Se ocultaba la importancia y el adelanto social del proyecto de nación de algunos personajes como José María Morelos y Pavón, Miguel Hidalgo, Leona Vicario, Vicente Guerrero y muchos más. El motivo de dicha indiferencia por la historia de la independencia, podríamos decir, fue la exigencia de justicia y libertad, así como el reclamo para borrar la división entre ricos y pobres.
Para las élites políticas que dominaron por décadas, existía un México que siempre creyeron que les pertenecía, y para la mayoría de la población –aquella que sostenía la economía del país, casi sin recursos financieros, debido a los sueldos siempre paupérrimos– existía un país por el cual luchar.
El principal motivo que ha sostenido la convicción de exigir mejores condiciones de vida en todos los gremios donde los recursos económicos fueron regateados por los dueños de las empresas y todo tipo de negocios generadores de grandes fortunas se mantuvo vigente y lo es hasta la fecha. Consideramos que es éste el estímulo que mueve a la población a participar en las principales plazas del país. Dar El Grito, aunque fuera con los repudiados gobernantes a la cabeza y desde el palco oficial, era un acto de compromiso con la patria.
Para todo el personal laboral del campo, de la pesca, de la minería, de las fábricas, de cualquier área productiva del país, las esperanzas de vivir una vida justa como la que exigieron hombres y mujeres líderes de la Guerra de Independencia, el ritual del 15 de septiembre ha sido legítimo. Para los empleados de la oligarquía nacional, las fiestas patrias no han significado nada, excepto un trámite antes de la opulenta cena.
Por esa razón hacemos hincapié en que los cinco recientes gritos de Independencia y posteriores desfiles cívico-militares, el significado es diferente. Se ha identificado más ampliamente con toda la población que sigue la tradición liderada por Andrés Manuel López Obrador. Muy importante, además de conveniente, es el acercamiento con el ejército nacional. Líderes de la oposición continúan insistiendo en que la militarización del país es una realidad y hacen votos porque alguien se atreva a dar un golpe de Estado, como en los países donde el ejército se apoderó de la libertad de la población.
Importante también es la participación de una representación militar de 19 países amigos. En esta ocasión, la presencia de Nepal, Corea del Sur, China y Rusia rompen con el estigma de dichos ejércitos. Lugares tan lejanos como Nepal o China muestran la disposición del gobierno actual y de esos países de mantener una relación diplomática sana, amistosa y solidaria.
Por una buena razón, no hemos visto desfilar en nuestros festejos del 16 de septiembre alguna representación del ejército de Estados Unidos. Tal vez no les motiva o no les interesa venir a un desfile. Más bien, desearían hacer presencia militar en nuestro país por otros motivos nada amables.
Twitter: @AntonioGershens