l 11 de septiembre no sólo recordamos uno de los eventos mas trágicos en la historia de América Latina, me refiero al golpe militar al presidente Salvador Allende, perpetrado por Augusto Pinochet en 1973, sino también 50 años de los exilios latinoamericanos en nuestro país.
Por llevar un apellido y pertenecer a una familia que luchó por una vida de igualdad y justicia, los hijos de los exiliados fueron amenazados de muerte y expulsados de su patria. Tuve el honor de crecer junto a ellos en la casa del exilio, la Villa Olímpica, en la Ciudad de México, lugar de supervivencia, de residencia, de refundación, de estabilidad.
Siempre me recibieron con un plato de sopa caliente, una canción de Silvio Rodríguez, Pablo Milanés o Charly García.
A continuación, el testimonio de estos niños que se criaron en México, la mayoría de ellos retornó a su país, otros decidieron quedarse y hoy son hombres y mujeres libres de elegir el lugar donde vivir.
Martín Levenson: No me cansaré nunca de agradecer lo que fue llegar a México. Hoy es mi patria y puedo decir: gracias, patria, por recibirme. Por eso creo que es importante comprender y recordar siempre de dónde venimos. No permitir que ese terror nos alcance de nuevo, ni a nosotros ni a nuestros hijos. Debemos estar conscientes de ese dolor y no permitir que falten 43, que falten 30 mil argentinos. Ni olvido ni perdón. Verdad y justicia
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León Pascal: El exilio duele, afecta la existencia, marca un antes y un después, es un proceso de sanación, de perdonar y perdonarse. Requiere rencontrarse con las raíces, con la identidad cultural y sicológica. Retornar constantemente al pasado para valorar el presente, volver a amarse para volver a amar. El exilio es la manifestación de la crueldad humana y la violación de los derechos humanos. Hoy debemos ser embajadores de nuestra historia, defensores de la vida, la libertad y los derechos humanos en cualquier rincón del mundo
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Gabriela Borón: Viví el exilio con dolor, algo que me impusieron, viví un desarraigo, una prueba de resiliencia, fue una vida con muchas interrupciones, con cambios y giros que tienen que ver con factores externos y no con un proceso individual. Aprendí nuevos códigos y acepté el cambio, pero el exilio más fuerte fue el regreso a Argentina, con mucha dificultad, resignada y con dolor personal. Hoy vivo agradecida con México por haber sido cobijada
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Paola Stefani: “Siempre viviré atravesada por el exilio, me dicen argenmex y eso me da identidad. México es mi país y lo será siempre. Argentina es mi origen, mi historia y referente de tantas cosas que me conforman. Muchos amigos regresaron a vivir allá y los extraño. Fui a vivir dos veces a Argentina a los 16 y a los 26 años, y volví a México porque aquí es donde quiero estar y donde puedo ser. Siempre estaré dividida, es inevitable, y abrazo la nostalgia porque no puedo luchar contra ella. Elijo a México como mi país y mi presente. Aquí murió mi hermana y mi abuela, y nacieron mi hijo y mi sobrina”.
Gabriela Portantiero: El exilio fue salir del miedo para entrar en libertad, el miedo no pude ponerlo en palabras y se transformó en terror. Dejar mi país significó alejarme de mis abuelas queridas y mis amigos, pero la sensación de alivio y libertad fue pertenecer a un nuevo mundo. México es mi hogar, mi refugio y el lugar donde cultivé muchos amigos
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Felipe Gomes: Llegué a México a los 11 años, en marzo de 1975. Mi padre llegó tres meses antes, expulsado de Chile, directo de un campo de concentración. México nos recibió y aquí forjé una familia; sin embargo, soy producto del exilio y no soy mexicano ni chileno. Si estoy en México me dicen chileno, si estoy en Chile me dicen mexicano, es como no tener patria. Siempre seré exiliado y extranjero en todos lados, hasta en mi propio país. No he retornado y nunca lo haré
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Álvaro Zavaleta: Con el tiempo me doy cuenta de que estos cambios dejan huella. Una vez que nació mi primer hijo decidí fincar mi hogar en Chile, viví mi propio exilio. En mi país, donde salimos en 1973, las cosas estaban muy violentas y el terror se sentía por todos lados, llegar a México fue un verdadero bálsamo. Hoy vivo el exilio como una de las mejores cosas que me han pasado, me dio los mejores amigos y la mejor educación que pude haber tenido
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María Inés Roque: “El exilio ha sido ser tratada en cualquier lugar de la Tierra como un ser un tanto alienígena. A veces eso es útil, pero en general se parece mucho a lo que hoy se nombra como discriminación…, aunque siempre he formado parte del exilio respetado y querido”.
Luis Javier Olivares: El exilio al principio fue difícil. Nos adaptamos gracias al abrazo solidario del pueblo mexicano. Fue salvar la vida, escapar de la persecución y la guerra contra nosotros
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