Lunes 11 de septiembre de 2023, p. 5
Santiago de Chile., Enrique O’Farrill cumplió 15 años en septiembre de 1973 en el interior de la residencia diplomática de México en Santiago de Chile. Unos días antes, su padre había sido capturado al salir del Palacio de La Moneda, adonde acudió para acompañar a Salvador Allende en su última batalla en defensa de la democracia. Los cerca de 30 civiles que lograron salir con vida del recinto en llamas fueron obligados a acostarse en la acera con los brazos sobre la nuca. En un primer momento, los golpistas pensaron en pasarles un tanque encima para deshacerse de ellos, pero cambiaron de idea. Los llevaron a la sede del Regimiento Tacna, donde los sometieron a brutales torturas y luego se llevaron a 21 de ellos al campo de tiro de Peldehue para asesinarlos a tiros.
Cincuenta años más tarde, Enrique, quien ahora dirige la Agencia de Cooperación para el Desarrollo de su país y está a punto de cumplir 65, ha vuelto a la residencia en circunstancias diferentes. Se trata de un evento que tiene como oradores a la canciller Alicia Bárcena, a la senadora Isabel Allende Bussi, hija del mártir de la democracia, y a los presidentes Gabriel Boric y Andrés Manuel López Obrador, y cuyo propósito principal es conmemorar la hazaña que realizó en 1973 una pequeña legación dirigida por el embajador Gonzalo Martínez Corbalá: albergar, alimentar y sacar del país a cientos de perseguidos por la dictadura recién instaurada. Entre los rescatados que asistieron al acto de ayer se encuentran Isabel Allende, Luis Maira, entonces dirigente de Izquierda Cristiana, quien pasó ocho meses en la residencia a la espera de que los militares le extendieran un salvoconducto para abandonar el país, y el propio O’Farrill.
Más de 200 refugiados al mismo tiempo
Fue un evento para conmemorar a Allende, a su esposa, Hortensia Bussi –articuladora de la dignidad de la resistencia chilena en el exilio, la llamó Boric–, y al embajador Martínez Corbalá, pero también para celebrar una relación binacional solidaria y amorosa, y festejar, dijo Boric, que no nos mataron a todos, que estamos vivos
y que el legado de Allende sigue presente y se transmite de generación en generación
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Y sí: a decir de López Obrador, su ejemplo alimentó nuestra convicción de la transformación por la vía pacífica y electoral
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La residencia diplomática de México en Santiago se hace pequeña para recibir a cerca de un centenar de invitados, entre funcionarios de ambos gobiernos y sobrevivientes del refugio y el exilio. Pero hace 50 años llegó a tener más de 200 habitantes al mismo tiempo. El hacinamiento debe haber resultado una experiencia angustiosa, pero a fin de cuentas salvadora de vidas, lo que es motivo de alegría para los dos países y se tenía que festejar.