Pensamiento tribal
n materia de negocios, las prioridades cambian. Se podría pensar que satisfacer cuestiones básicas como casa, vestido y sustento son las mejores inversiones porque todos necesitan cubrirlas, pero ahora, la gente no se conforma con las cosas materiales sino con el desarrollo del pensamiento y el espíritu.
Los negocios más relevantes ya no se encuentran en la producción de bienes básicos, sino en la creación y recreación de imaginarios colectivos.
Ahora, los hombres más ricos que controlan las nuevas tecnologías tienen mayor poder que los gobernantes. ¿De quiénes hablamos?, de jóvenes y no tan jóvenes, multimillonarios de primera generación (es decir, que no heredaron el negocio de sus padres). Se trata de Bill Gates, de Microsoft; Jeff Bezos, Amazon; Larry Ellison, Oracle; Elon Musk, Tesla, X y Space X; Mark Zuckerberg, Metaverso; Larry Page, Alphabet, y Michael Dell, Dell, por mencionar algunos de los más destacados de Occidente.
Los gobiernos ya no tienen el poder sobre territorios ni sobre conceptos tales como soberanía nacional
. El nuevo mundo es de grandes conglomerados y lo que difunden masivamente, incluyendo la información política y de seguridad, está en manos de los empresarios señalados. El universo es una red de algoritmos que orientan el pensamiento de la humanidad.
Las repercusiones que tienen estos nuevos negocios son múltiples y cambian las relaciones de poder entre gobernantes y gobernados. La globalización universaliza la política, la economía y el conocimiento y, al mismo tiempo, fortalece las ideas preconcebidas de cada individuo a través de tribus de pensamiento.
A diferencia de lo que pudiera suponerse, con la multiplicación de contenidos de todo tipo, el pensamiento no se enriquece ni se homogeniza. Las ideas preconcebidas, de carácter religioso, ideológico o mágico dividen a la sociedad. Si uno cree en ovnis, encontrará millones de comentarios que fortalecen sus ideas. Si alguien piensa que Donald Trump es un héroe, existe un amplio grupo que refuerza esa posición.
Con las nuevas tecnologías no se genera un avance en la convivencia social a través de la razón o del pensamiento científico, sino una confirmación de mitos o ideas preconcebidas. En este sentido, las nuevas empresas de información no necesariamente ayudan a mejorar la convivencia ni a entender al que piensa distinto, sino que estimulan la polarización social.