Sonetos, canción y décima
ezcal: Asiéntate, mezcal, en mi cabeza; / más en mi corazón, que te lo ruega. / Llega a mi cerrazón y la despliega, / te pido por favor. La vida empieza // en mí, que no he vivido, o no certeza / tengo de que he vivido. Llega, anega / todo mi ser de ti. En mí restriega / lo no vivido, el hurto que me pesa. // Mezcal, tú me conoces, yo a ti acudo, / sangre, sudor y lágrimas, por ti sudo / y lloro y me desangro, y no se pudo // que aquesta vida sea lo que es, / todo ha salido, sábeslo, al revés. / Mezcal, ¿qué pues contigo?, ¿pos qué, pues?
Un mal sueño: He querido vivir no como quiero, / sí como debo, ¿y cómo?, no lo sé / ni nunca lo he sabido y ya se fue / por el, ni modo, cruel resumidero // la vida toda. Ni llorar es bueno, / ni irónico reír o sonreír. / ¿La vida se me fue? Eso es un decir. / Nunca conmigo estuvo su venero. // En muy mortal desierto caminé / toda la vida, sin vivir ni amar / del todo. Medio muerto. Despertar // nunca pude de un sueño que miré, / y eso al final, que sueño sólo era, / y un mal sueño en verdad: mi vida entera.
Canción de nombre no dicho: Qué bonito nombre tienes, / capullito de alhelí, / pero pos no me convienes. / Mejor dejémoslo así. // Qué bonito nombre tienes, / de la mañana lucero, / pero pos no me convienes, / no obstante lo que te quiero. // Qué bonito nombre tienes, / clavelito florecido, /pero pos no me convienes. / Démonos pues al olvido. // Qué bonito nombre tienes, / bien que jamás lo pronuncio, / pero pos no me convienes. / Así que mejor renuncio. // Qué bonito nombre tienes. / Bien lo pudiera decir, / pero pues no me convienes. / Así que mejor huir. // Qué bonito nombre tienes, // amapolita morada, / pero pues no me convienes. / Mejor me quedo sin nada.
Décima con estrambote: Una vez soñaba un sueño / y en ese sueño soñé / que de ser reseco leño / florecido desperté. / Era un sueño, bien lo sé, / pero de algo serviría: / ese poco de alegría / que me trajo y que se fue / puso en mí bastante fe / y hoy sólo esa fe me guía. // ¿Hasta dónde llegaré? / Hasta que amanezca el día.
Más una precisión: José Ascensión Luviano, que no Luciano (como apareció hace tres semanas, mea culpa, en esta columna) es el veraz nombre del michoacano autor de Fila de sonetos doloridos.