l libro de Ricardo Monreal, Una oportunidad real, no fue concebido para plantear un plan de gobierno, pues fue uno de los últimos incorporados a la competencia para representar la defensa de la Cuarta Transformación. Su libro responde a las críticas que compañeros de partido le hicieron durante su actuación como coordinador de la Jucopo, órgano de acuerdos y conciliación con las bancadas e instancias del Senado, y en otras situaciones en las que su punto de vista fue contrario al mayoritario de Morena. El libro resulta importante por los antecedentes que consigna, desde su incorporación al PRI en su natal Zacatecas hasta su encuentro con Andrés Manuel, quien le propuso en 1998 competir por ese estado con las siglas del PRD, triunfando contra el PRI que lo había subvalorado.
El texto, para nada aburrido, se lee fácilmente. Para los morenistas resulta una lectura obligada porque fuera de un contexto de apasionamiento quizá puedan entender las razones de las posiciones expresadas por el senador y quizá las sopesen más objetivamente para estar o no de acuerdo con ellas. Algunos atributos definen con más precisión al personaje: su origen campesino, su involucramiento vital en la política de acción concreta, su familia, su esposa María de Jesús, compañera de su carrera política, y su fe espiritual en el Santo Niño de Atocha. A esto hay que agregar sus posgrados en la Facultad de Derecho de la UNAM, una de las escuelas más formalistas y reaccionarias del país.
Su relato abarca una descripción del entorno campesino desde su infancia y adolescencia, las penurias de una comunidad con economía de subsistencia de cultivos y cosechas impredecibles. Pero los aspectos más interesantes de su escrito están en su largo trayecto en Morena liderado por López Obrador y cómo ha sido la historia de relación que estos dos personajes han llevado con encuentros y desencuentros en los que el zacatecano ha quedado más lastimado. Hay una larga lista en la que ha mostrado distancia con el criterio mayoritario del partido y con su líder. Uno de los episodios que trascendieron la discreción interna de Morena sucedió en 2017; Monreal pretendía la candidatura para disputar la Ciudad de México, pero López Obrador apoyó a Claudia Sheinbaum que ganó mediante una encuesta interna, cuya fórmula no convenció al entonces jefe delegacional.
Más adelante, aparecieron otros enconos por criticar el adelanto de la carrera presidencial cuando el régimen de la 4T estaba a mitad del camino. La posición del coordinador de Jucopo frente al plan B, iniciativa de ley a la que Monreal le había detectado cuando menos 20 inconsistencias constitucionales, que se proponía subsanar, aun frente a la prisa por legislar de los denominados morenistas duros.
El desastre del partido en las elecciones intermedias de 2021, al perder varias alcaldías en la Ciudad de México, encontraron un chivo expiatorio en Monreal, a quien le echaron la culpa. Por eso resulta inusitado que un cuadro del primer nivel escriba sobre estos temas dando su versión de primera mano. Los lectores podrán observar a Monreal, pero también encontrarán rasgos de la personalidad de López Obrador con sus claroscuros. Algo de esto perfila el autor con ese lenguaje elegante que se le da naturalmente: AMLO tiene talento particular para crear identidad colectiva de lucha, en parte con base en reglas sencillas y coordenadas claras, mientras yo suelo escuchar más y definir menos lo que se debe pensar. A su vez él veía lo que se podría alcanzar mediante mi capacidad de construir acuerdos y acciones a partir de donde estaba la gente en ese momento y no donde debería estar
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Como aclaré en la primera parte de este artículo, la ventaja de los tres libros que he sintetizado es que constituye una retrospectiva del tiempo próximo anterior compactándolo en episodios que permiten conocer más profundamente a los actores de este nuevo episodio de competencia inaugurado por la 4T. En todos hay calidades excepcionales que en conjunto representan un activo extraordinario de Morena que hay que presentar oficialmente dándoles oportunidad de explicar la situación del país y de cómo podrían lidiar con las nuevas situaciones, una vez que el Presidente ha desbrozado el camino y ha instrumentado infraestructura propicia para nuevos cambios.
No, no me hago ilusiones de que esos cambios pudieran estar tocando vertientes centrales del capitalismo. Ninguno de los competidores, con excepción de Fernández Noroña, es realmente un izquierdista. Cualquiera de ellos empujará mejorando la calidad de vida de este país con la misma ideología progresista, no anticapitalista con la que ganaron el gobierno, pues ante la ausencia de movimientos de clase obrera y de una real izquierda, que pudieran fijar rumbos diferentes al país, esto es lo que tenemos para no permitir que el pasado sinuoso del neoliberalismo salvaje regrese.
* Profesor investigador de El Colegio de Sonora