a táctica golpista neoliberal no suelta sus viejos métodos, pero sí los ha actualizado. Para entrometerse en la vida política y económica de los países de su interés, ya sea por sus recursos naturales o para agregarlos a sus planes y algoritmos geopolíticos, mantiene su anatema: divide y vencerás.
¿De parte de quién están? en todos los casos, de las siempre insatisfechas empresas globales multimillonarias, y lo logran por su habilidad de violar todo tipo de derechos, incluso los de sus gobiernos aliados e incondicionales. Dominar es la garantía de éxito.
En la división interna de los gobiernos y en la de los países, los objetivos han sido alcanzados. Las economías se debilitan y sus dirigentes son removidos, en la mayoría a través de golpes de Estado inducidos o por medio de la invasión imperceptible (la económica, por ejemplo), así como la provocación de crisis social profunda y por la invasión armada.
Lo importante para defendernos de esas fuerzas antidemocráticas imperialistas, a las que nos hemos acostumbrado, es mantener la unidad entre aquellos gobiernos y pueblos asediados por las oligarquías.
Se han realizado innumerables encuentros continentales, regionales y mundiales. Algunos han sido memorables, como el que dio origen a la Organización de Naciones Unidas. Han sido cientos de foros, asambleas, congresos, etcétera, en busca de la fuerza que logre la consolidación de políticas diplomáticas universales.
Se han formado frentes nacionales e internacionales que lograron detener las amenazas y agresiones de países belicistas, como fue el Eje nazi.
Una de estas agresiones que, de forma inverosímil, provocó la Segunda Guerra Mundial, en la que sometieron a millones de civiles a sufrimientos impensables. Y, después de todas esas guerras de alta y de baja intensidad, las oligarquías no han entendido que el saqueo, el robo y el despojo deben pertenecer al pasado.
La onda expansiva neoliberal sigue fabricando guerras inaceptables por lo absurdo de sus motivos. Las naciones tienen derecho a defender y conservar la soberanía nacional. Sólo la lucha continua puede neutralizar los proyectos de invasión y de agresiones dirigidas a generar conflictos bélicos. Sin embargo, han provocado un atraso social incalculable, por supuesto, en complicidad con gobiernos dóciles y oportunistas, sobre todo, con aquellos que han actuado en contra de sus propios pueblos y su patria, sin que les importe la violación a los derechos humanos.
En el presente siglo, los intentos continúan. Se han llevado a cabo diversos encuentros entre los países que continúan bajo el asedio de los enemigos de la libertad y de los derechos a vivir con dignidad. Uno de esos países es Estados Unidos, enemigo de la libertad, de la soberanía, de los derechos humanos y, por supuesto, de la paz mundial.
En Brasilia, el 30 de mayo pasado, se reunieron los presidentes de América del Sur de 12 países. Durante esa cumbre destacaron la importancia de dialogar, de ejercer la política internacional que ayude al entendimiento. Lo importante es mantener la capacidad de apoyo mutuo, con toda la libertad a que tienen derecho y sin el asedio de terceros.
Propusieron mantener el diálogo regular para impulsar la integración, además de mantener la divulgación de la productividad de la región a nivel mundial. Una de las tareas es la creación de una hoja de ruta que lleve a cabo el seguimiento de los objetivos planteados en esta reunión.
La hoja de ruta, actualmente en elaboración, se dará a conocer a todos los jefes de Estado participantes de la cumbre. Para ello el grupo de 12 cancilleres evaluarán el historial de encuentros anteriores de los países del área. Creemos que estos son los movimientos de unificación pacífica que deben permanecer en las políticas universales. Sólo de esta forma, además de otros mecanismos, se puede reforzar el respeto a la soberanía de los países de cada región.
El llamado imprescindible a los mandatarios de ese acto fue hecho por Luiz Inácio Lula da Silva, presidente de Brasil. Instó a los líderes a superar las diferencias ideológicas que han dividido a los países.
Algunos inconvenientes con el presidente de Chile, Gabriel Boric Font, quien todavía no distingue la derecha ni la izquierda, podrían convertirse en obstáculo a la hora de trabajar en conjunto con sus colegas presidentes por una mayor cooperación económica, cultural y social.
El posicionamiento del presidente Lula ha colocado los puntos sobre las íes. Si quieren avanzar en sus propósitos, se tiene que aprender de la historia; de aquella donde la división ideológica era lo que más les caracterizaba, y por las cuales, dice Lula, se dividieron y el objetivo principal que era la cooperación, fue quedando relegado.
Otros foros regionales vendrán. De esta forma no se abandonará la lucha que, pese a las retrógradas acciones, como los golpes de Estado, se irá fortaleciendo la identidad americana, especialmente, la de Latinoamérica.