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El profeta Isaías y Felipe Calderón
E

n estos tiempos el análisis político debe, al parecer, agregar el conocimiento de la Biblia, ya que crece tanto el número de quienes fueron conspicuos integrantes de anteriores clases gobernantes, como de la actual, que justifican bíblicamente sus ideas y acciones.

El ex presidente Felipe Calderón Hinojosa puso a circular en sus redes sociales unos versículos del profeta Isaías, 4 al 7 del capítulo 50, que no citó en su totalidad, sino que puso puntos suspensivos en algunas partes. Lo reproducido por el autoexiliado en España es lo siguiente: “El Señor me ha dado una lengua experta para que pueda confortar al abatido… y yo no me he echado para atrás. Ofrecí la espalda a los que me golpeaban, mi mejilla a los que me tiraban de la barba. No aparté mi rostro de los insultos y salivazos. Pero el Señor me ayuda. Por eso no quedaré confundido. Por eso endurecí mi rostro como roca y sé que no quedaré avergonzado”. Anteriormente, el 25 de marzo de 2018, había subido los mismos versículos.

Calderón Hinojosa usó la sección bíblica para, así lo dedujeron varios lectores de su mensaje en Twitter, presentarse como alguien que sufre violencia de sus perseguidores, a los que él responde apaciblemente. Entre los que contestaron a la instrumentalización de la Biblia para darse baños de pureza, destaco el del usuario Emilio Torres, quien hizo la cita neotestamentaria de Gálatas 6:7: No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará. Y agregó un cometario, Felipe Calderón [la] palabra no es un talismán que por repetirla o publicarla le exima de las consecuencias de sus actos. Sería más congruente dar la cara.

En efecto, abundan quienes citan frases bíblicas o párrafos de la misma de manera mágica, creyendo que son una especie de conjuras o fórmulas efectivas para deshacer entuertos. Es verdad que uno puede hacer decir a la Biblia cualquier cosa, pero no cualquier cosa dice la Biblia. Existen varias escuelas interpretativas. Si Calderón quiere ser respetuoso con el texto bíblico, le serían de ayuda tres obras, de las muchas existentes, sobre el ejercicio de interpretar la Biblia: Luis Alonso Shökel y José María Bravo, Apuntes de hermenéutica, Editorial Trotta, 1997; J. Severino Croatto, Hermenéutica bíblica, Editorial Lumen, 1994, y Hans de Wit, En la dispersión el texto es patria. Introducción a la hermenéutica clásica, moderna y posmoderna, Universidad Bíblica Latinoamericana, 2017.

Ya que a Felipe Calderón le gusta citar al profeta Isaías, creo que es útil para los lectores de este artículo conocer algunos datos del personaje. Existen varias versiones acerca del autor o autores de la sección del Antiguo Testamento que lleva el nombre del citado profeta. La clásica, por así llamarla, considera que Isaías nació alrededor del año 760 antes de Cristo. Vino al mundo en Jerusalén, y su padre fue Amoz, quien no debe confundirse con el profeta de nombre similar, Amós. Éste, originario de Judá (reino del sur), desarrolló su ministerio profético en el reino del norte, aproximadamente en los años 760-750 antes de nuestra era.

Isaías inicia su escrito afirmando que tuvo una visión, la cual transmite a su lector. Las primeras palabras del profeta son una denuncia del estado que guardaba la sociedad del reino del sur. Esas palabras debieron molestar a quienes las conocieron entonces, particularmente a las élites políticas, económicas y religiosas: Toda cabeza está enferma, y todo corazón, doliente. Desde la planta del pie hasta la cabeza no hay en él cosa sana, sino herida, hinchazón y podrida llaga; no están curadas ni vendadas ni suavizadas con aceite (1:5b-6).

Ante el desolado panorama que describe, Isaías anuncia que habrá un tiempo de restitución y un reinado muy distinto a todos los conocidos. En el capítulo dos reafirma que ha tenido una visión. Quien encabezará el reino mesiánico que visualiza juzgará entre las naciones y reprenderá a muchos pueblos, y volverán sus espadas en rejas de arado y sus lanzas en hoces; no alzará espada nación contra nación, ni se adiestrarán más para la guerra (2:4). Isaías es el autor más citado en el Nuevo Testamento. Al iniciar su ministerio, Jesús públicamente leyó, en una sinagoga de Nazaret, versículos de Isaías y anunció el comienzo de un tiempo liberador.

Isaías denunció la corrupción de las élites políticas y religiosas, las que en lugar de ser ejemplos de rectitud fortalecieron un sistema reproductor de injusticias. Tal vez interese a Felipe Calderón reflexionar sobre su gobierno y algunas palabras que Isaías aseguraba le reveló el Señor: “¡Lávense, límpiense! ¡Aparten de mi vista sus obras malvadas! ¡Dejen de hacer el mal! ¡Aprendan a hacer el bien! ¡Busquen la justicia y reprendan al opresor! ¡Aboguen por el huérfano y defiendan a la viuda! […] Tus gobernantes son rebeldes, cómplices de ladrones; todos aman el soborno y van detrás de las prebendas” (1:16-17 y 23).