Podría deberse a que se revientan las burbujas de aire formadas en su sistema vascular, según estudio de expertos israelíes en ejemplares deshidratados
Viernes 31 de marzo de 2023, p. 8
Madrid. Investigadores israelíes comprobaron que las plantas de tomate y tabaco estresadas, por deshidratación o debido a que sus tallos se han secado, emiten sonidos de volumen comparable al de una conversación.
La frecuencia de estos ruidos es demasiado alta para que la detecten nuestros oídos, pero probablemente puedan escucharlos los insectos, otros mamíferos y, posiblemente, otras plantas, según publicaaron en la revista Cell.
Incluso en un campo tranquilo hay sonidos que no oímos y que contienen información. Hay animales que pueden oír esos sonidos, así que existe la posibilidad de que se produzca mucha interacción acústica
, afirmó Lilach Hadany, bióloga evolutiva y teórica de la Universidad de Tel Aviv.
Aunque ya se habían registrado vibraciones ultrasónicas en plantas, esta es la primera prueba de que se transmiten por el aire, hecho que las hace más relevantes para otros organismos del entorno.
Las plantas interactúan con insectos y otros animales todo el tiempo, y muchos de estos organismos utilizan el sonido para comunicarse, por lo que sería muy poco óptimo para las plantas no utilizar ese medio en absoluto
, explicó Hadany.
Los investigadores utilizaron micrófonos para grabar plantas sanas y estresadas de tomate y tabaco, primero en una cámara acústica insonorizada y luego en un invernadero más ruidoso. Las sometieron a estrés por dos métodos: no regándolas durante varios días y cortándoles los tallos.
Algoritmo de aprendizaje automático
Tras grabar las plantas, los investigadores entrenaron un algoritmo de aprendizaje automático para diferenciar entre las que eran sin estrés, las sedientas y las cortadas.
El equipo descubrió que las plantas estresadas emiten más sonidos que las no lo están. Una sola de ellas emite entre 30 y 50 de estos chasquidos por hora a intervalos aparentemente aleatorios, mientras las no estresadas producen muchos menos sonidos.
Cuando los tomates no están estresados, son muy silenciosos
, aseguró Hadany.
Las sedientas empezaron a emitir ruidos antes de estar visiblemente deshidratadas, y la frecuencia de los sonidos alcanzó su máximo tras 5 días sin agua antes de volver a disminuir a medida que se secaban por completo.
Los tipos de sonido emitidos diferían según la causa del estrés. El algoritmo de aprendizaje automático fue capaz de diferenciar con precisión entre deshidratación y estrés por corte y también pudo discernir si los sonidos procedían de una planta de tomate y detabaco.
Aunque el estudio se centró en éstas por su facilidad de cultivo y estandarización en el laboratorio, el equipo también registró otras especies, como maíz, trigo, uva y cactus.
El mecanismo exacto de estos ruidos no está claro, pero los investigadores sugieren que podría deberse a que se revientan las burbujas de aire que se forman en el sistema vascular de la planta, proceso llamado cavitación.
Implicaciones ecológicas y evolutivas
Tampoco está claro si las plantas producen estos sonidos para comunicarse con otros organismos, pero el hecho de que existan tiene grandes implicaciones ecológicas y evolutivas. “Es posible que otros organismos hayan evolucionado para oír y responder a estos sonidos –destacó Hadany–. Por ejemplo, una polilla que pretenda poner huevos en una planta o un animal que pretenda comérsela podrían utilizar los sonidos con el fin de orientar su decisión”.
Se sabe por investigaciones anteriores que las plantas pueden responder a sonidos y vibraciones. Hadany y varios otros miembros del equipo demostraron anteriormente que aumentan la concentración de azúcar en su néctar cuando oyen
los sonidos emitidos por los polinizadores, y otros estudios han demostrado que cambian su expresión genética en respuesta a ellos.
Si otras plantas tienen información sobre el estrés antes de que se produzca realmente, podrían prepararse
, sostiene Hadany.
Según los autores, las grabaciones sonoras de las plantas podrían utilizarse en los sistemas de riego agrícola para controlar el estado de hidratación de los cultivos y ayudar a distribuir el agua de forma más eficiente.
“Sabemos que hay muchos ultrasonidos ahí fuera, pues cada vez que usas un micrófono, descubres que muchas cosas producen sonidos que los humanos no podemos oír, pero el hecho de que las plantas los produzcan abre toda una nueva vía de oportunidades de comunicación, escucha y explotación de estos ruidos, indicó Yossi Yovel, coautor principal, neuroecólogo de la Universidad de Tel Aviv.