El poderoso pecho materno
xiste relación directa entre el amor a la vida y las primeras experiencias orales. La capacidad de amar y la gentileza se adquieren en la primera relación de los seres humanos con su madre. Quien haya sido un infante bien amado difícilmente será un adulto feminicida, un tirano o un enfermo de poder. En términos freudianos, el pecho bueno
representa la experiencia más importante para la personalidad; de él mana no sólo la leche de perfecta composición para los recién nacidos, también de un generoso pecho materno dependen la integración síquica del nuevo ser, la confianza en sí mismo y la capacidad de empatía. Es pues un derecho fundamental de la niñez ser amamantado por su madre.
Por eso celebramos con mucho entusiasmo que un grupo de legisladoras lideradas por la diputada Polimnia Romana Sierra hayan logrado elevar a rango constitucional, en la CDMX, el derecho a la lactancia como derecho fundamental de los niños y de las madres.
Habrá ahora que lograr que administradores públicos y privados den las facilidades a las mujeres trabajadoras con bebés lactantes, a fin de cumplir con tan humano derecho. También será necesario el compromiso de hospitales públicos y privados para evitar la promoción de leches artificiales entre las parturientas. Porque es fácil hacerles pensar que el biberón y la fórmula en polvo les facilitarán la vida sin desmedro del bienestar del bebé, pero eso es falso.
En primer lugar porque no se ha logrado hasta hoy producir una fórmula láctea que sea realmente equivalente a la leche materna; además, porque conviene diferenciar entre la leche materna y el amamantamiento. La leche materna tiene características que van desde su composición idónea para las primeras edades de niñas y niños hasta la ventaja de que no es de fácil contaminación si se da directamente del pecho. El amamantamiento, por su parte, es la interacción amorosa entre la madre y su cría. El peso fundamental de la lactancia está en la esfera psicológica y eso no puede ser sustituido por ningún biberón.
Hoy que nuestros niños y adolescentes respiran y reproducen el odio y la violencia de su entorno, es urgente promover relaciones y prácticas en favor de la salud mental y de una vida afectiva enriquecedora.
Gracias, don Carlos Payán, inmenso árbol inolvidable
hypatia.alejandría18@gmail.com