Sábado 18 de marzo de 2023, p. a12
Celebramos el primer medio siglo de una impronta: The Dark Side of the Moon, álbum publicado en marzo de 1973 y hasta la fecha insuperado. Muchas generaciones lo tenemos en la mente y cada vez que inicia y termina de sonar el disco, nuestro corazón retumba junto al corazón cuyo latido se escucha en las bocinas. El corazón delator, diría don Edgar Allan Poe. El corazón del autor. El corazón de las tinieblas, diría don Joseph Conrad. Corazón roto.
Cada quien tiene su lado oscuro de la luna, cada quien habla de ella, la Luna, como la vio en la feria. El lado pinky de la luna, el otro lado del espejo, el otro rostro de Jano, el rastro de lo oscuro. Loscurito.
La otra cara de la moneda, el mensaje oculto y develado, lo que es arriba es abajo.
El concepto generalizado entre la diversidad de miradas y oídos ante este álbum: la belleza. El sonido Pink Floyd en esplendor, el único álbum logrado en colectivo. Todo está en su sitio, ninguno de entre el cuarteto es protagonista, porque el protagonista es el sonido. Qué digo el sonido, la belleza, que es lo mismo que decir la poesía.
Lo que distingue al disco The Dark Side of the Moon es su sonido poético.
Cada vez que suena en nuestra mente, porque es uno de esos discos que no necesitamos poner en el tornamesas para que comience a girar, nos invade una sensación de epifanía.
Sobre el vaho luminoso que tiende sobre el piso Richard Wright con los efluvios que emanan los teclados que activa cual elfo en pleno bosque, los tambores de Nick Mason condensan y evaporan figuras Fibonacci, sobre las que danzan líneas onduladas como aurora boreal nacidas de la guitarra de David Gilmour, mientras el bajo de Roger Waters acentúa el efecto de flotar, y el todo nos otorga sensación onírica, visiones y avatares, paraísos soñados. Flotamos mientras escuchamos, en nuestra mente, porque si volteamos, vemos que el tornamesas está quieto, nadie lo ha puesto a funcionar. Estamos ante un disco que está en la memoria colectiva, en el imaginario íntimo. En el corazón profundo de la vida.
El consenso también apunta hacia una obra conceptual, una obra de teatro en música, una sinfonía.
La unidad temática enlaza piezas que desde hace 50 años han funcionado en la mente de todos como islas, pero en realidad tenemos en nuestras cabezas sonando un archipiélago.
A la belleza del sonido se hermana la poesía:
Todo lo que tocas/ y todo lo que ves/ todo lo que pruebas/ y todo lo que sientes/ todo lo que amas/ y todo lo que odias/ todo de lo que desconfías/ todo lo que ahorras/ y todo lo que das/ y todo lo que acuerdas/ y todo lo que compras mendigas prestas o robas/ y todo lo que haces/ y todo lo que dices/ y todo lo que comes/ y todos a quienes conoces/ y todos a quienes desdeñas/ y todos tus combates/ y todo lo que significa el ahora/ y todo lo que ya fue / y todo lo que está por venir/ y todo bajo el sol está a tono / pero el sol está eclipsado por la luna.
Nos techan rayos láser color naranja, cobre, amarillo, verde, magenta, púrpura. Salen de una caja negra –concepto primordial de la tecnología, utilizado en los inicios de la era tecnológica, luego conocido tal artefacto como midi
– que en realidad es un triángulo y lo penetra un haz de luz blanca que se difumina y se convierte en ese prisma de colores, en un procedimiento semejante al que dibujó en su mente el compositor Arvo Pärt cuando inventó sus sistema tintinábuli.
Entra luz blanca, salen luces de colores. Inhalamos: entra luz dorada; exhalamos: sale gris.
El arte de la transfiguración está plasmado en la portada de The Dark Side of the Moon porque la música que contiene está transfigurada. ¿Qué significa este álbum en nuestra vida? ¿Qué carga atribuimos al tal lado oscuro
? ¿Nos da miedo? ¿Nos inspira?
Nos importa. Y mucho.
No hay lado oscuro de la luna. Nunca lo vemos. Frente a nosotros solamente el resplandor de plata, a veces naranja, otras amarillo.
Lo explica uno de los versos de la pieza Us and them:
and who knows which is which and who
is who
Y nos explica también, más adelante.
You are the master of your universe
you are the master of your own destiny
so, make it any colour you like
La luna gira y gira a nuestro alrededor y con ella giramos,
and in the end it’s only round’n round
and round
¿Qué es el tiempo?, preguntamos al oráculo. Y nos responde el disco que está sonando en nuestra mente:
ime is plans that either come to naught
of half a page of scribble lines
Lo que quisimos, lo que intentamos, lo que planeamos, lo que anhelamos, eso es el tiempo. Y todo eso que anhelamos se fue a la nada. La nada es una página partida en dos por nuestras letras garabateadas.
Leave / but don’t leave me
Pero, después de todo, no somos más que personas ordinarias, comunes y corrientes, simples mortales.
Todo eso dice la poesía de The Dark Side of the Moon.
Long you live and high you fly
and smiles you’ll give and
tears you’ll cry
and all you touch and all you see
is all your life will never be
Versos blancos, pies yámbicos. Entra luz blanca, salen luces de colores. El prisma de la portada del disco es el prisma de la vida. De nuestra vida.
Eso significa el disco The Dark Side of the Moon en nuestra vida: lo que damos, lo que recibimos, lo que tocamos, lo que vemos, las lágrimas que derramamos juntos, las sonrisas que nos iluminan.
Tic tac tic tac. El devenir. Pasos. Nuestros pasos que resuenan en la nada. Un tam tam inicial y final: nuestro nacimiento, nuestro último suspiro. Frases solemnes como iluminaciones, porque, lo dijo Arthur Rimbaud en su poema Départ
(El adiós, La partida), de su ciclo sublime Les illuminations, Las iluminaciones:
Assez vu. La vision s’est rencontrée à tous
les airs.
Assez eu. Rumeurs des villes, le soir, et au
soleil, et toujours.
Assez connu. Les arrêts de la vie.
–O Rumeurs et Visions!
Départ dans l’affection et le bruit neufs!
Visto con vastedad. La visión se nos revela en todas partes. Colmado el recibir. Los ruidos de la ciudad, los de la noche, a pleno sol y siempre. Aprehendidos. Los decretos de la vida. ¡Oh, ruidos! ¡oh, visiones!
Conocido suficiente. Los decretos de la vida.
–¡Oh rumores y visiones! Corramos hacia el amor y los ruidos nuevos.
Todo eso dice sin decir The Dark Side of the Moon, porque un poema nos lleva a otro poema nos lleva a más poemas. Y el disco que ahora celebramos es un poema.
Leave / but don’t leave me
Gira el disco en nuestra mente. Sube la luna, en el horizonte. Speake to me. Breathe. On the run. Time. The Great Gig in the sky. Any colour you like. Eclipse.
Todo está en tono. Pero el sol está eclipsado por la luna.
And after all / we are only
ordinary men
Tú eres el maestro de tu propio universo. Tú eres el único maestro de tu propio destino. Así que ilumínalo del color que más te guste. Para eso está el prisma. Es por eso que la vida es un prisma.
Suena el Álbum en nuestra mente. El tornamesas sigue quieto. Nadie ha rasgado el nylon del vinilo. Persona alguna ha mancillado con la yema de sus dedos la delicada tersura de los surcos del disco. Solamente vemos las huellas de un hada que ha pasado volando mientras los teclados alimentan el vaho que nos sostiene en vilo en medio de la habitación, donde estamos solos.
No hay nadie más.
The time is gone, the song is over
thought I’d something more to say
Se acabó el tiempo, terminó el sueño. Me parece que no tengo nada más qué decir.