Jueves 23 de febrero de 2023, p. 8
Berlín. La película 20 mil especies de abejas, primer largometraje de la española Estíbaliz Urresola, lanzó ayer en la Berlinale el debate sobre los menores transgéneros, luego de la aprobación de una controvertida ley en España.
Con delicadeza, la cámara sigue los pasos de Aitor, un niño de nueve años que viaja con su madre (Patricia López) y su hermano a la casa de la abuela a pasar las vacaciones. El padre se queda atrás, trabajando.
La casa familiar es un punto de rencuentro, pero también el lugar donde todos deberán posicionarse ante una realidad obstinada: Aitor dice que es una niña, y como tal quiere ser tratado.
La película transcurre en el País Vasco, y está filmada en español y euskera.
En su primer largometraje, la directora española de 38 años aborda frontalmente el tema: con la cámara al nivel de los niños, sus miradas y sus cuerpos. Además, desde una posición radicalmente feminista.
Para interpretar a Aitor (Lucía) Urresola escogió a una niña, Sofía Otero, tras pasar revista a más de 500 candidatas.
Al principio me encantaba la idea de que pudiera ser un niño trans o una niña trans (...), pero enseguida me di cuenta de que el personaje de Lucía tiene un peso tan importante en la película, y atraviesa tal cantidad de registros y emociones, que tenía que priorizar por encima de todo a alguien que pudiera darme eso
, explicó a la Afp antes del estreno.
Cuando le hice la prueba final a Sofía Otero, fue tan apabullante su capacidad y la versatilidad con que se movía por distintas escenas... Fue como una evidencia
, añadió.
Ese es el mensaje esencial: estos niños lo que necesitan es la legitimación de sus seres más queridos. Si no tienen esa primera instancia asegurada, de afecto y de reconocimiento, van a sufrir mucho
, declara Urresola.
Los hombres están significativamente ausentes en la película. El abuelo escultor murió, y su figura pesa mucho en la vida de la madre.
La película sólo muestra la etapa inicial de esa transformación, que en España tiene ya además una salida legal, a través de la recién aprobada ley trans.
La norma, aprobada la semana pasada, abre la puerta a que cualquier persona a partir de los 16 años cambie libremente de género, a nivel administrativo, mediante un sencillo procedimiento.
Creo que la cuestión de la identidad es un misterio. Intento llegar cada vez más lejos en mis preguntas
, asegura Urresola. Sin embargo, reconoce que las respuestas tampoco son fáciles.
La tolerancia familiar es importante para que esos menores con disforia puedan afrontar su vida con serenidad, confirman los expertos, pero la transformación física es mucho más controvertida.
Los testimonios desgarradores de jóvenes adultos que se arrepienten de haberse sometido a operaciones quirúrgicas o tratamientos hormonales han reavivado el debate científico y legal. Suecia decidió hace un año frenar las terapias de hormonas para menores, alegando la necesidad de observar precaución
, algo que ya había hecho Finlandia dos años antes.
“Creo que todo sería mucho más fácil si existiera ese lugar intermedio entre los sexos, entendiendo la identidad sexual o de género como un continuum y no como sistema binario”, aduce.
Es la primera vez que una directora española concursa por el Oso de Oro en Berlín con su primer largometraje. El año pasado, Carla Simón lo ganó también con una historia familiar, Alcarràs, contada en parte a través de la mirada de los niños.
También aspira al máximo galardón Tótem, de la mexicana Lila Avilés, una historia familiar también con una niña protagonista.
Urresola tiene un cortometraje en su haber, Cuerdas, sobre la lucha de una abuela contra una fábrica que contamina el valle donde vive.