Sábado 18 de febrero de 2023, p. 3
Berlín. La directora mexicana Tatiana Huezo trae a la Berlinale una conmovedora historia semidocumental que se desarrolla en una pequeña población en los alrededores de Chignahuapan, en la sierra norte del estado de Puebla, de nombre El Eco cuyo registro poblacional si acaso supera los 100 habitantes.
La cinta de Huezo, autora también del guion, es una producción mexicano-alemana. Es su quinto largometraje y participa en la sección de Encuentros que complementa la sección de competencia desde el año 2020. Cuenta con un jurado que delibera entre mejor película, dirección y premio especial del jurado.
Aterrizando de Nueva York, la corresponsal de la BBC, la periodista Anna Bressanin comentó para La Jornada: “ El Eco es poesía pura, los paisajes y la delicada manera en que retrata a los jóvenes protagonistas en esta pequeña población en México, la manera un tanto mágica en que aborda temas fuertes como el duelo o la huída de una de las protagonistas de su comunidad abandonando su familia, la cinta me ha encantado; también la forma en que Tatiana Huezo decide concluir al cerrar la historia con la lluvia, el sonido de ésta, es un tanto bíblico, es una catársis, es la esperanza también”.
El mundo bajo la mirada infantil
Niños y adolescentes son el centro del universo en que se desarrolla la historia. El día a día de los protagonistas en el pueblo El Eco se desarrolla en íntima interacción con el entorno natural, el verdor de un inmenso paisaje, la milpa, el rebaño de ovejas, las aves.
La lluvia, su sonido, su imagen corriendo por medio de un cristal se vuelve a manifestar aquí como parte del lenguaje fílmico de Tatiana Huezo.
Los vínculos familiares y de amistad entre los protagonistas imprimen una atmósfera de conmovedora intimidad, el atinado lente del camarógrafo Ernesto Pardo, y su posicionamiento en los rostros de los niños, permite al expectador compartir el aspecto emocional en su cotidianidad tanto en el campo, la escuela, la vida en familia o también el duelo ante la muerte de la abuela, pero también el duelo por alguno de los animales que han de ser sacrificados para sustento de la familia o porque estén enfermos.
El universo natural con sus idílicos paisajes y la inmersión de los protagonistas en este contexto es otro de los atinos de la cámara de Pardo. El talento del joven mexicano también llevó la cámara en el anterior trabajo de Huezo, Tempestad (2016) y en el documental Vivos, del afamado artista chino Ai Wei Wei.
La clara definición de los roles femenino y masculino en una comunidad rural mexicana es uno de los puntos centrales de la cinta. El padre de familia proveedor y la madre en casa responsable de la atención de los hijos y las labores domésticas.
No obstante en El Eco se manifiesta también por parte de los protagonistas el intento de desmarcarse de estos roles prestablecidos mediante generaciones y el impacto que implica el salir de este esquema.
Resulta magnífico el recurso del que Tatiana Huezo se vale al introducir en su historia la figura de la joven Montserrat, quien pretende participar en una carrera de caballos, actividad reservada a los hombres del pueblo. Ante la estricta prohibición de su madre, la jóven decide huir del pueblo abandonando a su familia.
En palabras de Tatiana Huezo, el reto en esta cinta radica en encontrar la grandeza en los pequeños detalles que conforman la vida de los habitantes de El Eco.