i bien la pandemia manifestó las lacerantes insuficiencias de los sistemas de salud de la región, también ofrece una oportunidad para revaluar nuestras capacidades productivas y tecnológicas con la finalidad de llegar a una respuesta necesaria ante emergencias sanitarias en el futuro.
La Agencia Sanitaria Latinoamericana sería una oportunidad para responder concluyentemente en los siguientes sentidos: la investigación clínica entre diferentes países; un modelo regional para mostrar la eficacia de medicamentos genéricos; un estándar único de inspección de fábricas y laboratorios; una vía para eliminar las barreras al comercio de materias primas para fármacos y vacunas; y una ruta expedita de autorización de medicamentos en emergencias sanitarias.
Independientemente de la urgencia generada por una realidad pandémica, la regulación sanitaria es una de las responsabilidades más maduras del Estado, ya que en ella está en juego la preservación y recuperación salud y, eventualmente, la vida de las personas. La ausencia de normas regulatorias o la deficiencia en ellas pone en riesgo la seguridad de la población.
En nuestra América Latina, la inequidad es sistémica y la falta de acceso a insumos para la salud es alarmante. La desigualdad en el acceso a recursos esenciales desnuda un mapa de poder mundial plagado de abusos, codicias e injusticias, pero también ofrece un camino de cooperación para desplegar nuestras inmensas potencialidades. La Agencia Sanitaria Latinoamericana es, por esto, donde se juega nuestra real soberanía.
Con un esbozo de utopía, sirva esta propuesta para avanzar hacia un sistema de salud donde todas las personas en todos los lugares tengan acceso a servicios para la salud con insumos seguros y eficaces. Con ella, contaremos con una región en la que, por ejemplo, en la próxima pandemia el registro de un medicamento autorizado en un país pueda mediante un procedimiento estandarizado, ser reconocido en el resto de la región. De esta forma se mejora decisivamente el acceso a insumos para la salud con la calidad, seguridad y eficacia que todos merecemos.
Sabemos que tenemos que vencer obstáculos legales, enfrentar intereses mercantiles y, sobre todo, los hábitos nocivos que nos inculcó un sistema económico que veía a la salud como comercio.
Para imponernos ante estas limitaciones, el principal mensaje de unidad entre las agencias regulatorias de la región –Cofepris ha hecho votos decididos hacia esa dirección– como parte de esa construcción latinoamericana y caribeña, con un tilín de solidaridad y humanismo que reúnen nuestros pueblos revueltos desde el río Bravo hasta Tierra del Fuego.