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1973
H

ace 50 años el mundo capitalista se rompió. No ha vuelto ni volverá a la ruta triunfante que halló al finalizar la Segunda Guerra Mundial. Los años de oro del capitalismo corrieron de 1950 a 1973. Después de ese breve periodo, el capital se hundió en un túnel implacable: no puede evitar la pesadilla de alcanzar sus anheladas ganancias sólo generando desigualdad creciente, vale decir, fabricando una bomba de tiempo.

Los gobiernos de los países dominantes creyeron que 1973 era el inicio de una recesión más de las muchas que el capitalismo ha padecido; pronto se percataron: los problemas económicos en curso eran algo fuera de serie. En septiembre de 1973 EU asestó el golpe de Estado en Chile contra Allende, orquestado por Henry Kissinger. Vino después el salvaje experimento en ese país, con políticas extremas de mercado libre. De la observación de Chile derivaron las fórmulas implantadas a mandobles contra la sociedad, tanto en los países dominantes como en los dominados. El imperialismo estaba imponiendo la era neoliberal.

En los años 1980 Ronald Reagan y la señora Margaret Thatcher encajaron sus respectivos países en la horma neoliberal, y metieron un frenazo a la economía mundial para disciplinar a los trabajadores mediante un alto desempleo en todas partes. Uno de los efectos de esas decisiones fue el golpe de gracia al socialismo realmente existente. La URSS y los países que la siguieron llegaron a conformar un bloque que abarcó a un tercio de la humanidad. Ese mundo se hundió en los años 1990.

Al iniciar 1974 el mundo Occidental estaba atónito. Así lo reveló un artículo de primera plana de The New York Times, del 6 de enero de ese año, titulado Boom to gloom: Del auge a la crisis. Estas son sus primeras líneas: Sucedió muy deprisa. Un minuto, parecía, había un auge económico mundial. Al minuto siguiente, amenazaba una recesión económica mundial. El capitalismo no ha salido de ese golpe que halló a EU en la juerga de sus años dorados.

Con algunos nubarrones, 1972 marchaba viento en popa para el capital. Había una inflación persistente; se ignoraba que la stagflation se había afincado. Había desorden monetario y problemas en la balanza de pagos de EU que llevaron a Richard Nixon, el 15 de agosto de 1971, a poner fin a la convertibilidad del dólar, pero nada parecía contener el auge económico. En 1972 la economía de EU creció 5 por ciento, el más alto crecimiento desde 1966; el gasto de los hogares era fuerte y la inversión crecía.

El anecdotario de 1973 y 1974 revivió sucesos de 1929. En este año EU expandía su influencia, y su vicio híperconsumista (los felices años 20) era anhelado en el mundo; la borrachera impedía ver la fragilidad del sistema financiero. Las instituciones concedían préstamos a diestra y siniestra que mantenían el nivel de consumo, mientras la inversión aumentaba en títulos bursátiles cuyo valor no dejaba de crecer. El jueves 24 de octubre de 1929 la burbuja especulativa reventó y hundió la bolsa de Nueva York: un misterioso rayo estruendoso descendido de un cielo sereno había despedazado la felicidad.

Entre 1950 y 1973 la economía de los principales países dominantes había crecido a tasas de entre 5 y 6 por ciento; Japón, 9 por ciento. Esa fue la fiesta concluida bruscamente en 1973. Luego siguió el declive: la tasa de crecimiento del producto fue cayendo en medio de agudas fluctuaciones hasta llegar al batacazo de 2008. En 2009 el PIB mundial decreció 1.3 por ciento. En 2020 decreció 3.1 por ciento, empujado al abismo por la pandemia. Desde 2010 el producto crece a tasas inferiores al promedio del periodo 1973-2008, y muy inferiores a la edad de oro. El derrumbe del bloque del socialismo real hizo creer a EU que gobernaría el mundo en solitario. Error craso. Tan pronto como en 2001 se produjo el ataque terrorista a las Torres Gemelas; seguía habiendo por el mundo pueblos enteros disconformes con una vida cuya suerte indigna deriva de la dominación internacional de EU. En el siglo XXI Estados Unidos debió iniciar 10 intervenciones militares. Una de 20 años, en Afganistán. Tres están vigentes (Irak, Siria y Mozambique).

Otro artículo también del 6 de enero de 1974 de The New York Times, reseñaba: “La economía británica se encuentra en estado de sitio con pocos paralelos en el mundo en tiempos de paz. Enfrentada a una larga lista de males económicos, la nación se desliza rápidamente hacia una recesión cuya profundidad final nadie puede calibrar en estos momentos… La crisis energética, sin duda más aguda aquí que en cualquier otro lugar, es sólo una parte del problema. Los problemas básicos de Gran Bretaña son anteriores a las interrupciones en el suministro de petróleo de Oriente Medio y existían mucho antes de que el gobierno se planteara imponer a la nación una semana laboral de tres días para conservar la energía”.

A finales de 2020, la deuda planetaria alcanzó 226 billones de dólares, equivalente a 256 por ciento del PIB mundial. Una crisis financiera mayor se avecina. Hace sólo 50 años empezó esta historia.