ran fortuna trabajar con estudiantes de primer año de economía. Dos mañanas a la semana en nuestra Facultad en la Universidad Nacional Autónoma de México, en la misma que hoy lloramos la partida del notable compañero, amigo y ex director, Eliezer Morales Aragón.
Ya compartiremos recuerdos de uno de los más leales, sinceros, inteligentes y agudos compañeros.
Pues bien, ahí mismo nos encontramos con profesores que intercambian opiniones de sus cursos, de la marcha de la economía y de las políticas que se impulsan. Comento la de quien fuera mi maestro de Teoría Económica en 1978-1979. Sí, de Arturo Huerta, profesor del posgrado desde 1975, junto con dos estimados compañeros que también se nos adelantaron, Emilio Caballero y Eduardo González.
Durante más de 45 años el profesor Huerta no ha tenido reposo, analiza y polemiza sobre nuestra economía y sobre las políticas públicas que se impulsan. Además, difunde, su más reciente libro es ejemplo, La economía mexicana en la trampa de la continuidad neoliberal (UNAM, 2022). Siempre lo ha hecho, más desde su regreso de la prestigiada Escolatina de la Universidad de Chile, centro de debate latinoamericano hasta el momento del golpe contra Allende. Vivió años notables del pensamiento de la Cepal, del desarrollo del marxismo y de la teoría de la dependencia. De excelentes profesores que –luego del golpe y por fortuna– se avecindaron en una UNAM siempre generosa a recibir académicos y pensadores notables, como acaso lo hiciera años antes en la Facultad de Filosofía.
Todos ellos impulsaron un notable desarrollo del pensamiento en diversas facultades e institutos. Siempre, por cierto, con el apoyo de buenos directores como –en nuestro caso– Ifigenia Martínez y José Luis Ceceña. Ya lo comentaremos, hoy sólo comparto una aguda
observación reciente del profesor Huerta sobre los datos más recientes de la Encuesta Nacional de Empleo y Ocupación (ENEO). Los de la mayor desigualdad que se percibe en algunos indicadores de ocupación e ingreso. El porcentaje de ocupados que recibe menos de dos salarios mínimos se incrementó de 2018 a 2022. Sí, salarios más altos en términos reales, pero desigualdad mayor. ¡Paradójico!
Según las estimaciones del marco muestral del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) –se desprenden y utilizan en la ENEO– ya somos cerca de 129 millones de mexicanos y de ellos casi 100 millones de 15 años y más, poco más de 59 millones de población económicamente activa (PEA) y ocupados poco más de 57 millones.
Pues bien, el ingreso de 19 millones de ocupados es inferior a un salario mínimo actual. Al inicio de 2019 el ingreso de poco más de 10 millones era también inferior a un salario mínimo. También al inicio del 2019, casi 27 millones (51 por ciento de 53 millones de ocupados) recibía ingreso de hasta dos salarios mínimos. Hoy, un total de 38 millones de ocupados (66 por ciento de 57 millones de ocupados) recibe ingresos de hasta dos salarios mínimos.
En síntesis –subraya el profesor Huerta– se añadieron 15 por ciento más de ocupados al límite de dos salarios mínimos de ingreso. Al inicio de este gobierno 51 por ciento de ocupados recibía hasta dos salarios mínimos. Hoy el 66 por ciento de ocupados recibe hasta dos salarios mínimos. Esto nos plantea una severa pregunta sobre las políticas que tratan de atender la terrible desigualdad en México.
Es cierto, que se apoya a más de 10 millones de adultos mayores con ingresos trimestrales de más de 13 mil 586 pesos, que el ingreso trimestral de la población indígena subió a 10 mil 057 pesos, que hay pensión universal a personas con discapacidad, becas a 11 millones de estudiantes, desde preescolar a posgrado y que se apoya con un jornal permanente a casi 500 mil campesinos. Además que ha habido mejoría del ingreso laboral real.
Queda entonces la necesidad de analizar esos resultados dados a conocer por el Inegi recientemente y estudiar la actualización que será entregada en unos días. De veras.