n la década de los 60 el reclamo por el alto grado de contaminación ambiental se convirtió en una de las actividades más importantes de la población mundial. Diversos estudios han demostrado que, por sí sola, la atmósfera tiene componentes y actividades que contaminan. Pero también se ha llegado a la obvia conclusión de que la industrialización excesiva ha puesto en peligro el equilibrio biológico.
Resalta el hecho de que las guerras y sus secuelas han sido el motivo para que millones de personas en el planeta exijan el alto al fuego de todos los conflictos armados, sin importar la ideología que los generó.
Por supuesto que en los años 60 no comenzaron los movimientos en defensa de la Tierra. Éstos han pasado con el correr del tiempo de lo espontáneo a la proliferación de grupos organizados.
A partir de los trabajos de investigación de la bióloga marina estadunidense Rachel Louise Carson, se detectó que los insecticidas en los cultivos son causantes de diversas enfermedades. Se podría decir que, con este hallazgo de Carson, comienza la etapa del ambientalismo de la era atómica.
La política energética que defienden los gobiernos neoliberales les ha traído más problemas económicos y sociales de los que imaginaron. Como ejemplo, Europa, o por lo menos los países de la Unión Europea (27), están enfrentando escasez de energéticos, de alimentos y medicamentos, más otros insumos vitales para la vida humana. Situación cercana a la que sufrieron esas mismas naciones después de las dos guerras mundiales. Se olvidaron de la historia y esas son las consecuencias.
El pronóstico es desalentador, no sabemos si los países que forman Europa (50) estén bajo el mismo problema, con todas las consecuencias propias de una situación de tal dimensión. Los conflictos armados que Estados Unidos y la Organización del Tratado del Atlántico Norte echaron a andar, sin considerar a la población, tienen que dar marcha atrás, antes de que se dé un colapso social y no sólo en naciones europeas.
Por su parte, la comunidad empresarial mundial no ha puesto lo suficiente para detener el aumento del dióxido de carbono (CO2). Se ha ignorado la estrategia diseñada por los científicos para reducir la presencia de elementos altamente contaminantes de la atmósfera, el agua y el suelo. El sector privado tampoco entiende que la urgencia de cumplir con el dictamen científico para reducir los niveles del calentamiento global es tarea universal y no ocurrencias de las organizaciones ambientalistas.
Ya es tiempo de que los gobiernos de todo el planeta, los propios defensores del medio ambiente y de los derechos humanos, los partidos políticos y hasta las instituciones religiosas, dejen de culparse unas a otras y avancen en colaboración al mejoramiento ambiental. Todos consumimos, luego entonces, todos contaminamos.
El baluarte en ese ámbito, desde su comienzo, ha sido la Organización de Naciones Unidas (ONU). Con la dirección de las políticas públicas ambientalistas, ha enfrentado las innumerables alertas de riesgo por contaminación. Cuenta con un equipo especializado que trabaja desde las áreas del derecho ambiental, hasta el diseño de programas a favor del saneamiento climático. Sin embargo, los órganos de la institución no están a salvo de la burocratización y corrupción de su personal.
Desde el pasado lunes 8, se lleva a cabo la reunión COP27 de la ONU, espacio donde se evalúan los resultados de programas por país. Se exigió por parte de estadistas, directivos de diversas organizaciones y personalidades ambientalistas, la presentación de resultados concretos.
Asimismo, Antonio Guterres, secretario general de Naciones Unidas, fue portavoz de las naciones participantes, quienes exigen no anteponer la guerra de Ucrania contra Rusia como obstáculo para continuar con lo estipulado en el Acuerdo de París: disminuir el nivel de calor del planeta por debajo de grado y medio respecto de los niveles preindustriales. Se exige, además, que se negocie con conciencia y flexibilidad. Estamos en urgencia climática.
“La 27ª Conferencia de las Partes de la Convención Marco de la ONU sobre Cambio Climático (COP27) ha comenzado con la llamada cumbre de la implementación
, por la que han pasado ya decenas de mandatarios –entre ellos, los presidentes de España, Reino Unido, Francia, Italia y Colombia– y el martes acogerá al resto de los líderes mundiales.”