n el marco del Fórum de las Américas sobre Política y Cultura. Tendencias locales y globales (evento desarrollado por la Universidad Autónoma de Nuevo León a través del Centro de Estudios Parlamentarios y auspicio de la Secretaría Académica),donde participaron expositores de 15 países (de Argentina a Canadá), las voces sobre Cuba concluyeron que en la gestión de su actual gobierno, éste debe asumir la necesidad de cambios, si bien éstos requieren que cese, paralelamente, el bloqueo de Estados Unidos (EU) contra la isla.
Un día antes, la Asamblea General de las Naciones Unidas había votado abrumadoramente, por trigésima vez, contra ese crimen de lesa humanidad.
Como moderador hice algún señalamiento sobre el tema. Aquí amplío el comentario. Me referiré a la crítica que se le hace al régimen de Cuba desde círculos mediáticos identificados con los intereses de EU y sus cajas de resonancia localizadas en grupos de intelectuales, académicos y empresarios.
La crítica más burda es la que considera que el régimen de Cuba es contrario a la democracia. En la más reciente edición de la Cumbre de las Américas de jefes de Estado convocada por la OEA, Biden –como dirigente real de esta organización– declaró que la presencia de los países que no respeten la democracia no van a recibir invitaciones
. El mundo entero –salvo la extensión militar estadunidense en Medio Oriente y un par de países cómplices– censuró en la ONU la política de EU hacia Cuba. La OEA, el instrumento de su dictadura en América Latina, tiene sus días contados. Y no es improbable que la ONU siga ese derrotero. Sin capacidad para hacer cumplir las votaciones mayoritarias de su máximo órgano de decisión, resulta una organización lene cuando se trata de asuntos que puedan molestar al miembro más poderoso de su Consejo de Seguridad y su principal condicionante. El supermiembro tiene más de tres cuartos de siglo ocupando un puesto en este organismo cuyo principal objetivo es mantener la paz en el globo. ¿Es eso democrático? O no es sino otra dimensión de su dictadura.
La dictadura mundial de EU le ha permitido invadir países –ya se preparaba hace no mucho para colgar la de Haití en el medallero de sus invasiones–, efectuar guerras de agresión, promover golpes de Estado, financiar grupos subversivos y terroristas contra fuerzas antidictatoriales y liberadoras o declarar, unilateralmente, bloqueos internacionales a países que no comulgan con su ideología. Todo en nombre de la democracia, la libertad, la paz y, por supuesto, impunemente.
Los que exigen democracia a Cuba jamás han hecho la crítica correspondiente a EU por todos sus crímenes planetarios. Admirar y justificar a la potencia del norte de América por razones de dinero o de un ejercicio doctrinario sesgado no soporta el análisis y el juicio ético más superficial sin ver en su contenido una deformidad humana.
Sólo para subrayar esa deformidad en América Latina. La llamada Operación Cóndor, que convirtió a las dictaduras sangrientas de varios países (Bolivia, Brasil, Uruguay, Paraguay, Argentina y Chile) en brazos operativos de Washington. Su saldo: más de 50 mil civiles muertos, 30 mil desaparecidos y 20 mil prisioneros. En la convocatoria de la OEA para asistir a la firma del nuevo tratado del Canal de Panamá (1977) se contemplaba la participación de sus jefes militares de turno. ¿Alguien de los críticos a Cuba se despeinó para un mínimo comentario sobre tal atrocidad?
A fin de cuentas, ¿de qué democracia se habla y cuáles han sido los resultados de su práctica? Por democracia se entiende la libre concurrencia de partidos en elecciones periódicas y competidas para instituir autoridades. Es esta democracia
la que en América Latina y el Caribe ha producido, antes, dictaduras sangrientas y gobiernos autoritarios a los que se les permitió, gratuitamente, verse como su encarnación; ahora, gobiernos subordinados a la fuerza invasiva y neocolonial de las empresas trasnacionales o amenazados por éstas. En cualquier sentido, allí estará la embajada de EU para garantizar que los intereses de algunas de esas empresas cuya sede tiene asiento en su territorio prosperen a toda costa.
Si la democracia se redujera a las coyunturas electorales, la de Cuba probaría ser la más genuina. No cuesta, porque las campañas nada tienen que ver con el enorme presupuesto destinado a celebrarlas en los países capitalistas. Otra cosa son los resultados electorales de donde quedan instituidas las autoridades votadas. Con cerros de dinero o sin desembolso alguno, tales autoridades pueden ser muy aportativas, mediocres o contrarias al bien de la comunidad. Aquí sólo juzgo por un fenómeno: en EU proliferan los casos de polihomicidas y más recientemente los de grupos fascistas; en Cuba, el pueblo está lejos de conocer esas plagas sociales.
Basta de juicios facilones.