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Nosotros ya no somos los mismos

El otro yo de los ex presidentes // Encuentro entre Fox y Peña // Las consortes

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▲ ¿Qué decir del mal tino de Peña para escoger a una muy bella actriz, pero tan poco experimentada y profesional, que en seis años nunca logró convencer a su amplio auditorio de vivir un romance de ensueño?Foto José Antonio López
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ado que la multitud, partida en dos, no permitió conocer qué deseaba la mayoría sobre el contenido de la columneta en la presente entrega, ésta tomó de nueva cuenta una salomónica decisión: complacer, aunque fuera a medias, a las dos partes. Empecemos por reseñar con la mayor concreción posible, cuál era el otro yo de cada uno de los cinco ex presidentes congregados en Palacio Nacional y qué realmente sentía o pensaba sobre cada uno de sus semejantes, sus pares allí reunidos. Recordemos que todo esto surge de una tira cómica en la que el personaje central era un individuo zalamero, falso, convenenciero, quien a toda persona solía darle el avión, o sea, seguirle la corriente para quedar bien, aunque le causara, con su falsía, daños al crédulo e inocente interlocutor. Para desgracia del doctor Merengue (que así se llamaba el sujeto de marras), al lado de su mentiroso comentario aparecía, encerrado en un globito salido de su cabeza, lo que realmente pensaba y sentía. Pues precisamente el modelo que llamaremos el otro yo es el que usaremos a continuación para poder desentrañar el verdadero sentir y pensar de nuestros encumbrados personajes que suelen, en total desapego a la realidad, dar rienda suelta a sus afecciones mentales, al grado de no tener más comunicación que con su propio alter ego. ¿Y qué creen ustedes que sucedió? Pues que se pusieron totalmente de acuerdo las dos personalidades, pues… ¡cada uno de ellos, era el alter ego de sí mismo!

Pero pasemos ya a la relación de hechos: los primeros en toparse (merced al acoso de Fox), fueron éste y Peña. El primero lo abordó con un saludo convencional, el cual fue correspondido de igual manera, pero los globitos de cada uno decían otra cosa. Fox: “Ah, frívolo muchacho, ignorante, zafio, iletrado… que confundir a Fuentes con Krauze y adjudicarle la autoría de La silla del águila, obra genial de Agustín Yáñez, escritor tlaxcalteca, que fue gobernador de Guerrero y secretario de Obras Públicas con Ruiz Cortines. El Piña nunca entendió el significado de ser Presidente. Si en seis años no te lograste aprender los nombres de los 42 estados que forman a mejico, qué podíamos esperar. Dicen que cuando estaba encerrado en los baños de la Ibero, preguntaba confundido: Pero, ¿yo qué tengo ver en Atenco?, ¿que eso no está en Guerrero? ¿Y qué decir de su mal tino para escoger (de entre el amplio reparto que le ofreció Televisa para el papel femenino estelar del sexenio) a una muy bella actriz, pero tan poco experimentada y profesional, que en seis años nunca logró convencer a su amplio auditorio de vivir un romance de ensueño? Ojalá su interés hubiera sido que el primer hogar de la Patria fuera ejemplo de lo que predicara don Fabián: Dos almas que en el mundo hubiera unido Dios. Dos almas que se amaban, eso éramos tú y yo. Buena suerte tuve que después de mí, llegaran Calderón y él: ¡Cuánto se revaloró mi sexenio!”

Pero el joven (aún) Enrique también tiene su corazoncito (y su cerebrito). Oigamos lo que su globito nos dice: “¡Ah! Frívolo vetarro, ignorante, zafio, iletrado… que confundir a un compositor de tangos llamado Borges con un delantero del Boca Junior. Y cuando se le acusó de violar la Constitución (Art. 80), que señala que: “Se deposita el ejercicio del Supremo Poder de la Unión en un solo individuo que se denominará Presidente de los Estados Unidos Mexicanos, él insistía en compartir con su señora esposa, Marta Sahagún Jiménez, el altísimo encargo que los mexicanos le habían conferido. En su defensa, el inculpado alegó: ¿Por qué la emprenden conmigo y nadie dice nada del primer Presidente que tuvimos los mexicanos y que fue quien decidió incorporar a la dignidad republicana a su señora esposa, para quienes siempre estaban reservados dos sitios de honor, o sea, el señor general Victoria y doña Guadalupe, su consorte?”… Sin comentarios.

Llegamos al final cuando vamos apenas a la mitad. Ustedes dicen ¿Seguimos con los otros yo de los ex presidentes, o comenzamos a platicar sobre los priístas que aspiran a llegar a ser también un ex, o una ex, allá por 2030?

@ortiztejeda