Sábado 8 de octubre de 2022, p. a12
El lanzamiento del álbum Pink Floyd Animals. 2018 remix coincide con la nueva visita de un viejo conocido nuestro: Roger Waters, quien ofrecerá un par de conciertos, las noches del 14 y 15 de octubre en el Palacio de los Deportes.
Y como no existen las casualidades, sino las causalidades, álbum y gira tienen mucho en común.
En primer lugar, se trata del disco donde la hegemonía de Roger Waters en Pink Floyd resulta más que evidente.
Pink Freud. Sigmund Floyd.
Luego de Dark Side of the Moon y Wish You Were Here, obras maestras concebidas a ocho manos, Animals es prácticamente de la autoría de Waters, con excepción de la mejor pieza del disco, Dogs, que trabajó una de las duplas más poderosa de la historia de la cultura rock: David Gilmour y Roger Waters.
Los 17 minutos que dura Dogs es una de las mejores secuencias en toda la trayectoria de Pink Floyd. La aportación de David Gilmour es descomunal: he ahí el sonido Floyd, inimitable, por mucho que el resto de las piezas del álbum sean materia común de casi todos los conciertos en vivo de Roger Waters.
Es tal el poderío y supremacía musical de David Gilmour, que lleva consigo el caudal fabuloso de sus compañeros, el extraordinario baterista Nick Mason y el genial tecladista Richard Wright. De plano, termina de sonar Dogs y la vuelvo a poner a sonar y cada vez descubro cosas nuevas.
Precisamente, la novedad mayor de esta nueva edición del disco Animals está en Dogs: mayor relieve a la poderosa batería: prácticamente podemos ver las baquetas danzando sobre los tambores, y el detalle fino a los fluidos a lo Debussy de Rick Wright en las teclas electrónicas.
Otra de las causalidades: el disco Animals cumple 45 años. Fue grabado en los Britannia Row Studios en 1976 y publicado al año siguiente. El experto James Guthrie es el autor de esta nueva edición y la portada es una celebración de las artes plásticas: una fotografía tomada por Roger Waters inspirada en el diseño original, de 1977. Uno puede pasar horas contemplando esta portada en la funda de la versión en disco de vinyl, la mejor de las opciones asequibles.
Escuchar Animals en el tornamesas, en este nuevo trabajo de ingeniería de sonido, donde James Guthrie trabajó en colaboración con Joel Plante y Bernie Grundman, es una experiencia alucinógena.
La versión en disco compacto no demerita, por supuesto. Y en las versiones de las distintas plataformas digitales, destaca la de Amazon Music, debido a su poderoso sistema Ultra High Definition.
Este disco de Pink Floyd, Animals, es una de esas joyas que merecen ser escuchadas con un buen sistema de sonido y con unos buenos audífonos. Es el Nirvana.
La versión en elepé trae consigo un libro en gran formato con fotografías todas ellas obras de arte, además de la poesía de Roger Waters, autor de todas las letras, donde abundan sus metáforas políticas, todo a partir de las ideas de George Orwell, en especial su libro Rebelión en la granja.
No abandona Waters los temas que le importan: el amor, la vida en sociedad, el desamparo:
And I didn’t care for you
We would zig zag our way
through the boredom and
pain
Occasionally glancing up
through the rain
Wondering which of the
buggars to blame
And watching for pigs on the
wing
Evidente secuela de Wish You Were Here: si no te importara lo que me pase ni a mí me importase tu sino, vagaríamos entre el hastío y la pena, viendo a través de las gotas de lluvia a los insectos para elegir alguno al cual culpar y cuidando cerdos que vuelan.
Y cierra el disco y su poema así: Bueno, ya sabes que me importa mucho lo que suceda contigo y sé que tú también me cuidas, así que ya no me siento solo, ni siquiera percibo el peso de la roca ahora que encuentro un lugar seguro donde enterrar mi hueso, porque cualquiera sabe que todo perro necesita un hogar, un refugio contra los cerdos que andan por ahí, volando.
En su reciente número, la revista especializada Rolling Stone publica una entrevista con Roger Waters donde él refrena sus convicciones políticas y su peculiar ironía.
Su visita a México forma parte de su actual gira, This Is Not a Drill Tour (Esto no es un simulacro de gira), cuyos conciertos comienzan con una grabación de su voz engolada dirigiéndose a los asistentes así: “Si eres uno de esos que dicen: ‘Amo a Pink Floyd, pero no soporto a Roger Waters y sus rollos políticos’, puedes largarte en este momento (fuck off) al bar de este lugar. Muchas gracias, y por favor disfruten el concierto”.
El set list de la gira reúne 23 piezas 23 en dos episodios con intermedio. El primero se inicia con el entrañable clásico Comfortably Numb (pieza maestra de David Gilmour con él), sigue con otra pieza cara a todos nosotros: The Happiest Days of Our Lives para seguir con los ladrillos en la pared con el que irá armando en escena The Wall.
La culminación del primer acto de su concierto será una epopeya que se inicia con Have a Cigar, asciende con Wish You Were Here y llega a su clímax con la secuencia VI a VIII de Shine On You Crazy Diamond, para cerrar con Sheep, precisamente, del disco que hoy nos ocupa.
A sus 79 años, que cumplió apenas hace un mes, Roger Waters permanece como una de las presencias musicales más importantes del orbe. Sus conciertos son sesiones de ópera, poesía, adrenalina, delirio generalizado como ha sucedido en sus anteriores conciertos en México, como el que ofreció en el zócalo hace seis octubres, bajo una lluvia propiciatoria:
En el momento de éxtasis de The Great Gig in The Sky, una hermosa muchacha junto a mí se secaba las lágrimas del rostro con las manos, pero sus manos estaban mojadas por la lluvia, de la misma manera que la luna estaba eclipsada por el sol, como informó Roger Waters en la siguiente pieza.
Los conciertos de Roger Waters ya forman parte del inconsciente colectivo, desde ese instante sublime inicial del primero de sus conciertos en México, el 6 de marzo de 2007 en el Foro Sol, ante 60 mil espectadores con el Adagietto de la Quinta Sinfonía de Gustav Mahler y los materiales de In The Flesh y luego el avión gigante de juguete que atravesó todo el estadio y se estrelló contra el muro en pleno estrépito e incendio.
Escuchemos la nueva edición de Animals, disfrutemos la guitarra de David Gilmour, la poderosísima batería de Nick Mason, el genio en los teclados de Richard Wright, como preludio a un nuevo concierto en vivo de Roger Waters ya sin ellos pero con todo por delante.