La Jornada como aventura
a Jornada fue creada hace más o menos 40 años por un grupo de periodistas que se creían de izquierda, pero sin saberlo se parecían mucho a los liberales románticos del siglo XIX. Nació en un momento muy difícil para el país, cuando el Estado nacional parecía desplomarse por haber creído que podíamos administrar la abundancia con el apoyo de una riqueza petrolera que se esfumó.
El hecho de haber sido fundada y administrada por periodistas le dio el carácter que todavía conserva: una alta calidad con la que no pueden competir los periódicos que se consideran a sí mismos empresas mercantiles. La audacia, la creatividad y la frescura de La Jornada se debe a que fue creada por espíritus libres, tercos, patriotas, audaces.
Siento mucha gratitud y respeto por la comunidad de La Jornada, particularmente por sus directores, Carlos Payán y Carmen Lira. Me incorporé como abogado corporativo invitado por mi inolvidable amigo Miguel Ángel Granados Chapa. Me desplacé de la asesoría jurídica a la práctica del periodismo de opinión y encontré una atmósfera distinta a la de los despachos de abogados formalistas. He acompañado el proyecto estos años y aprendido muchas cosas. Gracias al periódico pude tener una vida pública y el destino me llevó después a la política. Gracias a la práctica periodística de cada ocho días conocí a mucha gente y me di a conocer.
La Jornada ejerció la libertad de expresión y la sigue ejerciendo. En sus páginas se refleja la vida, contradicciones, esperanzas fallidas y expectativas de siete sexenios; el trastorno, el cambio y la promesa de 40 años de transición política. Su originalidad la convierte en un espacio permanente para el ejercicio periodístico y el testimonio histórico.
Nunca dejé de ser abogado de La Jornada y tampoco de producir un artículo a la semana. Hace poco hice cálculos y me di cuenta de que he producido millares de artículos, algunos de muy dudosa calidad y otros que tuvieron como tema asuntos poco ventilados, por ejemplo, el racismo en México.
Creo que el periódico está bien dirigido, ha sido fiel a sus propósitos originales y tiene suficiente energía y corazón. Recuerdo el discurso de Carlos Payán en el momento de la fundación: Y daremos voz a aquellos que no la tienen
. Como puede uno comprobarlo, con la simple lectura del periódico esta misión se ha cumplido.