esde que asumió la presidencia en el primer día de 2019, el ultraderechista Jair Bolsonaro firmó más de 40 decretos, autorizando a la población civil a adquirir armas, incluso las que antes eran restringidas a la Policía Militar y a las fuerzas armadas. Con eso, el mercado de armas y municiones del país experimentó un auge jamás alcanzado.
Acorde con estudios de instituciones de investigación y de universidades, hasta junio pasado Brasil registró una compra promedio diaria de mil 300 armas. Con ello, los llamados CAC (clubes de tiradores, cazadores y coleccionistas) superan holgadamente el número de armas de la Policía Militar en toda la nación.
En 2018, un año antes de que Bolsonaro asumiera la presidencia, en Brasil existían 350 mil armas registradas a nombre de los CAC. En julio pasado ese volumen alcanzó la marca de un millón, es decir, se triplicó.
Según un estudio del Anuario Brasileño de Seguridad Pública, de los 117 mil integrantes de los CAC inscritos en 2018, se pasó a más de 673 mil en junio del presente año.
Ahora, cada socio de un CAC puede detentar hasta 60 armas de diferentes calibres y municiones. Antes, la cifra máxima era de 16.
Desde la llegada de Bolsonaro al Palácio do Planalto, en tres años y medio fueron vendidos 855 millones de municiones en Brasil. La cuenta asusta: más de 225 millones al año.
La Taurus, mayor fabricante de armas del país, obtuvo en 2018 una ganancia de poco más de 80 millones de dólares. En 2021 ascendió a poco más de 300 millones, casi cuatro veces más.
Acorde con los decretos del ultraderechista, tales armas tendrían su uso restringido al espacio ocupado por los clubes. Sin embargo, el ejército y las policías militares admiten no tener recursos para ejercer ese control.
En el caso específico del ejército, Bolsonaro redujo a menos de la mitad el presupuesto que tenía en 2018 para, precisamente, fiscalizar fábricas y tiendas de armas.
Con eso, hay cada vez más gente armada en calles, plazas, bares, restaurantes, por todo lados. Es atemorizante el número de niños menores de 10 años que, al encontrar armas en casa o en el vehículo familiar, realizan disparos que causan muertes de padres, hermanos o primos.
Con énfasis, Bolsonaro defiende que todo hombre de bien
tenga un arma. Reitera hasta el cansancio que un pueblo armado jamás será esclavizado
. Refuerza la necesidad de defender la libertad y la propiedad privada
, y dice que una mujer no puede sacar una ley de protección de la bolsa, pero sí puede sacar un arma
.
Curiosamente, cuando era diputado, Bolsonaro fue asaltado y no pudo defenderse: le robaron la motocicleta y el arma que cargaba en el cinturón. Él cuenta que duerme todas las noches, en el mismo palacio presidencial, con una pistola bajo la almohada y otra en la mesita de luz.
Es, en definitiva, una de sus más fuertes obsesiones.
Con su política, se multiplicó el número de armas y de socios de los CAC.
Mucha gente se asocia formalmente a uno de esos clubes con la única finalidad de poder adquirir una o varias armas. Además, los socios fueron autorizados a portar armas en el trayecto entre su residencia y el club.
Resultado: un aumento olímpico
de personas que andan armadas, no sólo en sus vehículos particulares, sino incluso en taxis y transportes colectivos.
Hay otro incremento que alarma a los analistas, a la población y a las propias fuerzas armadas y de seguridad: el de armas formalmente adquiridas por miembros de los CAC que son vendidas a narcotraficantes y pandillas de asaltantes o robadas por ellos.
También en manos de milicianos
, integrantes de bandos sediciosos, normalmente vinculados a ex policías, fueron encontradas armas y municiones compradas por socios de distintos clubes de armas y clubes de coleccionistas.
El número de armas decomisadas en asaltos al comercio que luego resultaron tener registro en clubes de tiro aumentó considerablemente. Sólo en 2021 fueron casi 300. Si en el mercado ilegal un fusil puede costar 10 mil dólares, en el legal no supera 3 mil.
Sobran casos en que la policía detectó a individuos sin antecedentes criminales que se registran como socios de uno de esos clubes para comprar armas directamente decomisadas a asaltantes, a cambio de propinas que no llegan ni a 600 dólares.
Si se confirma lo que indican los sondeos y el ex presidente Lula da Silva gana la elección presidencial en octubre, ya anunció que en lugar de armas irá a obsequiar libros. Y habrá una profunda revisión en el actual escenario.
Lo que nadie puede prever es cuál será la reacción de los seguidores de Jair Bolsonaro que adquirieron sus armas como si compraran cualquier cosa, y que son una pequeña porción de la población, en tanto, 77 por ciento de los encuestados se dijeron contrarios a la carrera armamentista llevada a cabo por el ultraderechista.