orena está en camino de convertirse en una institución política permanente; cuando el triunfo de 2018, entre bromas y veras, señalé a unos amigos, “ya salvamos a México del PRIAN, lo que sigue será salvarlo de nosotros”; lo dije recordando lo sucedido al PAN cuando ganó Fox. No logró un cambio de fondo, se mimetizó con el PRI y olvido su vocación democrática.
Fue una forma de advertir, de alertar que alcanzar el Poder Ejecutivo federal y un alto número de escaños y curules en el Congreso, fue un cambio histórico, una hazaña lograda por un pueblo decidido y un dirigente excepcional, que no se rinde. Pero fue sólo un paso más, no la meta.
La historia ha sido alentadora, pero el futuro es incierto. Morena existía como un amplio y heterogéneo movimiento; un conglomerado de personas de todas las edades, de todas las clases sociales, de todo el país, de todas las actividades y profesiones. Morena demostró su fuerza; siempre que AMLO convocó al Zócalo, éste se colmó hasta las avenidas adyacentes, de un pueblo informado y activo, cuando fue necesario logró reunir las firmas para exigir una consulta popular sobre la entrega de los energéticos, que la Corte rechazó con actitud miope; se perdió entonces la oportunidad de una experiencia excepcional de democracia participativa.
No mucho después, Morena movimiento recabó en calles, plazas, mercados y transportes, los millones de firmas necesarias para obtener su registro de partido. Muy pronto, tuvo su bautizo de fuego en elecciones locales y asombró, cuando con un gobierno federal en contra, obtuvo 33 por ciento en las elecciones para la Asamblea Constituyente de la Ciudad de México.
En muy poco tiempo, con una organización incipiente, demostró fuerza, convicción, identidad propia y distancia clara de los demás partidos; tenía además (y sigue teniéndolo), un líder histórico que superó mil dificultades, dos fraudes electorales, calumnias e insultos, pero nunca se rindió. Sus frases se convertían en parte del lenguaje popular: cállate, chachalaca, voto por voto, casilla por casilla, amor con amor se paga, no somos iguales
. Más recientemente, tengo otros datos
y su lema-ideario, no mentir, no robar, no traicionar
, al cual habrá de añadir no rendirse
, no dice pero lo hace.
Hasta ahora vamos bien, pero aparecen nubarrones en el cielo. El Presidente tiene ahora mucho quehacer, pero avisó que se va de la política terminado su mandato. No tiene tiempo o quizá quiere dejar a Morena que se organice, que camine por su cuenta. ¿Podrá? lo único cierto es que su futuro es incierto.
La pasada jornada morenista de registro y elección simultánea de consejeros, como todo, tiene pros y contras, dos formas de apreciar y valorar lo que pasó. Unos dicen (los dirigentes) que la movilización multitudinaria ¿2 millones?, fue una gran muestra de fuerza.
Pero también tengo otros datos, mucha gente dice tenerlos; acusan, se quejan, se decepcionan. A Morena se sumó una multitud de ciudadanos con voluntad de afiliarse en la que debió ser una gran jornada, pero estuvo aderezada con intereses y estilo del antiguo régimen: acarreo y compra de votos.
A más de rumores, los datos que tengo provienen de la alcaldía Benito Juárez, donde vivo, y del municipio de Guadalupe, en Nuevo León, que conozco desde los tiempos del gobierno legítimo. Amigos a quienes creo y en quienes confío, en ambos lugares, hablan desencantados de esas dos plagas, acarreos y compra de votos.
En Guadalupe un compañero muy conocido, antes consejero electo por amplia votación, cuando vio los resultados recientes, no daba crédito, tenía cero votos. No es posible, tiene una familia grande y activa que votó por él, es conocido ampliamente, no es posible que no tenga ni un voto reconocido. Ni modo, la información que recibí es fidedigna y lo mismo o parecido sucedió en Benito Juárez.
El sociólogo Mauricie Hauriou, citado en la clase de teoría del Estado de Jesús Reyes Heroles, explica que una institución nace de la idea de un fundador, es una propuesta, un proyecto, pero para navegar sola cuando el fundador se retire o falte, debe transformarse de proyecto a institución capaz de seguir por sí misma y sus propios medios.
¿Qué requiere, entonces, Morena para ser una institución más allá de su fundador? Un ideal compartido; principios doctrinarios los tiene: democracia, defensa de los derechos y la dignidad humana; justicia social, un estado de derecho. También necesita estatutos claros, conocidos por todos y respetados. Sin esto, ideales y organización, Morena estará en riesgo de naufragar cuando su líder se retire. Así es que, a estructurar la institución, sin trampas, sin trucos, con decisión, convicción y solidaridad.
El fundador lanzó la idea, la cultivó, la hizo triunfar. Lo que sigue es que los militantes sin ambiciones mezquinas, con generosidad y altura de miras se consoliden y hagan de la idea una institución permanente que perdure al menos 100 años.