La artista multidisciplinaria e investigadora Oweena Fogarty hizo un llamado a reconocer a los grupos autóctonos, quienes tienen el conocimiento de la esencia de las semillas, no para el uso de fármacos ni para la ganancia, sino para la sobrevivencia. Al ser entrevistada sobre la pandemia, relató que durante ese tiempo reflexionó hondamente acerca de su propia vulnerabilidad como ser humano frente a las enfermedades.

La fotógrafa estadunidense radicada en México participó en Pláticas desde el encierro, que transmite el Centro Multimedia del Centro Nacional de las Artes (Cenart). El ciclo que comenzó en febrero pasado propone analizar el impacto de la pandemia de covid-19 y el encierro en los procesos creativos y personales de quienes participan en las entrevistas. En los conversatorios mensuales se reflexiona en torno al arte, la industria y la cultura.

El tema que convocó a Fogarty fue el nuevo orden pospandémico, del que aludió que es necesario reconectar con los distintos grupos sociales, abrirnos a otras propuestas sinápticas de procesos de mensajes, reinterpretar la interacción y reconocer nuestros propios prejuicios. Alertó que estamos en una crisis transversal en la que se incrementa el odio y los instintos más nefastos del ser humano, aumenta el instinto y no el raciocinio, afirmó durante la transmisión en vivo el martes pasado.

Tiene que dominar la ciencia, revisar las referencias, ver que nuestros proyectos científicos estén vinculados con lo sustentable, primero es la cuestión del agua. Como hemos visto con los ríos en Europa y en el norte de México, en Monterrey, tenemos que regular el agua.

Oweena Fogarty mantuvo la charla digital con Humberto Jardón, jefe del Laboratorio de Gráfica Digital del Centro Nacional de las Artes. Más que una conferencia académica, se tornó en una conversación entre amigos, con diversos tópicos que cambiaron constantemente a lo largo de la transmisión de hora y media, la cual quedó grabada en redes sociales. No descansé en la pandemia, estuve trabajando de octubre de 2020 hasta abril del año siguiente, también comentó que la invitaron al Cervantino, donde interactuó en talleres y la reflexión fue intensa.

Jardón apuntó que a estas alturas del siglo XXI la deshumanización ha llegado a tal grado que los habitantes de este planeta prefieren la virtualidad a lo tangible. Habitar un mundo donde todo es posible y controlable es preferible a una realidad llena de malestar, dolor y cualquier otro aspecto desagradable de la vida.

Al presentar a su invitada, mencionó que es una persona interesada en los actuales discursos en el arte, como la comunidad, el cuerpo, la identidad y el origen. Pero lo que en algunos podría ser una estrategia publicitaria o frivolidad, en Oweena es una convicción profundamente arraigada, pues está convencida de que la manera en que el ser humano vive su vida, sobre todo en los países altamente industrializados, no le permite vivir todo su potencial. Pues lo que Marcuse llamaba el sistema u Orwell el gran hermano, lo mantienen en esa situación.

La investigadora y quien se ha dedicado a la fotografía, video, performance e instalación relató que ha estado muy atenta a los movimientos de sustentabilidad desde los años 70, cuando se acercó a los temas relacionados con la sobrepoblación de la Tierra, la cuestión de lo orgánico y la convivencia entre la diversidad de los grupos sociales.