os años bastaron para que Gabriela Mistral dejara una huella imborrable en México, y México en Gabriela Mistral. Entre 1922 y 1924, Mistral, de 33 años, se unió a la cruzada educativa de José Vasconcelos, en esta tierra donde se enraizaban los ideales de la lucha revolucionaria. Ella misma diría que recorría el suelo todavía garabateado de sangre luchadora
.
En esa nueva revolución, intelectuales mexicanos y extranjeros se armaron de plumas y libros; luchaban contra el analfabetismo por medio de las misiones culturales, que buscaban derribar los límites al desarrollo de niñas, niños, hombres y mujeres, sobre todo en zonas rurales e indígenas, históricamente las más azotadas por la exclusión y el racismo. Era una labor humanista en la que el interés por el otro importaba más que las nacionalidades.
Al principio Mistral no fue bien recibida. Le cuestionaban que una extranjera viniera a enseñarles algo que ya se sabía, con un supuesto sueldo exorbitante por pasearse y escribir
. Qué parecido a lo que hoy en día escuchamos ante la iniciativa humanista del presidente Andrés Manuel López Obrador para invitar médicos de otras latitudes a México.
Andando los caminos de la educación, recorrió comunidades de Guerrero, Hidalgo, Jalisco, Michoacán, Morelos, Oaxaca, Puebla, Querétaro y Veracruz. En Huautla de Jiménez conoció a María Sabina y de ello escribió: Entre los mazatecos tuvimos experiencias maravillosas; nos dieron más de lo que nosotras les enseñamos
. Puso pie a tierra y caminó el territorio.
En esos viajes y por ese contacto se enamoró del país que sabía diverso. Hay varios Méxicos dentro de México y no se agota el país como los otros
, decía. Le cantó al maíz, ese Quetzalcóatl verde / de las colas trabadas
; al arte popular: Cajita mía / de Olinalá, / palo-rosa, / jacarandá. / Cuando la abro / de golpe da / su olor de reina / de Sabá
, y cuando estuvo lejos, extrañó a la infancia mexicana: Hace 12 años dejé / a mi niño mexicano; / pero despierta o dormida / yo lo peino de mis manos...
Su amor y vocación iban dirigidos a la enseñanza y la pedagogía. No buscó los reflectores de la fama, pero igual la alcanzaron: fue, con todo derecho, la primera mujer latinoamericana en recibir el Nobel de Literatura. Tal como hoy tenemos a otra gran mujer, la primera profesora de aula en convertirse en secretaria de Educación Pública.
En México, además de impulsar las bibliotecas ambulantes, las escuelas nocturnas y la alfabetización para adultos indígenas y obreros, trabó amistad con Alfonso Reyes, Frida Kahlo, Pita Amor, Diego Rivera y Roberto Montenegro, quien la inmortalizó en los murales de la SEP. Cabe destacar que nuestro movimiento muralista también cumple 100 años.
Innumerables cartas, escritos, fotografías y diversos documentos dan cuenta de su paso por México.
Agradezco y aplaudo la iniciativa de la doctora Beatriz Gutiérrez Müller por reunir y entregar a la República de Chile ese impresionante y casi inédito acervo.
La vida de Mistral fue un canto a las letras, empezando por el nombre que escogió, préstamo y homenaje a dos de sus escritores favoritos: Gabriele D’Annunzio y Frédéric Mistral. Pero su amor por los libros no quedó ahí: lo compartió con sus lectores, y con todos aquellos que tenían derecho a leerlos y amarlos.
La poeta murió en Nueva York, lejos de su tierra, en enero de 1957. A su sepelio acudieron 170 mil personas para despedirla. Entre ellos, obreros, soldados, ancianas, pero sobre todo aquellos a quienes tachaban de patipelaos
: los niños descalzos de Chile que aspiraron, como los mexicanos, a la dignidad de una buena educación. En México también se lloró su partida, como plasmó Carlos Pellicer en sus Siete sonetos
.
Honramos a la profesora, a la diplomática, a la poeta y a la feminista con corazón grande y libre, cuyo legado podemos ver en cientos de escuelas que llevan su nombre por todo el país. Con parte de esa historia, Chile y México refuerzan su hermandad, lazo con el que se han apoyado en los momentos más difíciles de dictaduras y de opresión. Hoy reconozco el liderazgo del presidente López Obrador con su llamado a que se unan las Américas por mucho tiempo fragmentadas como si fueran dos tierras distintas.
Porque el camino más certero a la libertad es la educación y la cultura, y porque la libertad se ejerce desde la palabra hasta la creación: viva Gabriela Mistral, viva Chile y viva México.
*Secretaria de Cultura federal