Justicia, 83 años después
n campesino de la comunidad de San Isidro, Jalisco, toma un puñado de tierra y la esparce sobre su sombrero, como bañándose en ella, al tiempo que, jubiloso, grita: ¡ésta es mi tierra, véanlo!
. Junto a él un grupo de labriegos celebra coreando: ¡Tierra a la vista!
. Han pasado 83 años para este momento. Agotaron todas las vías legales y este jueves 14 de julio, por fin, se hizo justicia y se les entregaron las 280 hectáreas que estaban ilegalmente ocupadas por la empresa trasnacional Amway-Nutrilite, emporio estadunidense que recurrió a toda clase de artimañas para que esto no sucediera.
En 1939, un decreto presidencial de Lázaro Cárdenas dotó a San Isidro, municipio de San Gabriel, de 536 hectáreas de tierras por las que la gente había luchado desde la Revolución. El ejido se conformó con más de 200 hectáreas, pero desde entonces mantuvo un juicio agrario por las otras 280 que contempla la resolución presidencial.
El jueves de esta semana, la población tomó posesión de 120 de las 280 y las otras 160 la empresa deberá entregarlas antes de que termine el año 2022. No se trata de cualquier tierra, es el campo mexicano inmortalizado por el gran escritor tapatío Juan Rulfo. Son las tierras del llano en llamas, la ambición de los todopoderosos. Desde principios de los noventa fue la empresa Amway-Nutrilite la que acaparó más de mil hectáreas para el cultivo de hortalizas en invernaderos que exportan casi la totalidad de su producción, convirtiéndolas en parte de la agroindustria trasnacional que tanto ha dañado al campo mexicano, no sólo al de Jalisco, con el permiso de gobiernos locales y federales en turno.
Hasta la Organización de Naciones Unidas (ONU) señaló que la empresa Amway violó los derechos de la población a la propiedad, el agua, la dignidad, el disfrute del agua de lluvia, el libre tránsito y el territorio. Pero nada hasta hoy había sido válido para que se ejecutara la restitución.
En adelante aquí el camino será en sentido opuesto. El campesinado volverá, desde ya, a la siembra de maíz, calabaza y frijol. La milpa volverá a florecer con alimentos sanos para que la comunidad viva mejor. La tierra no se vende. Qué difícil de entender.