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EU: fallos cataclísmicos
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a noticia merecedora de atención pública mundial la difundió BBC-Mundo, la agencia noticiosa británica: La Suprema Corte de Estados Unidos limita los poderes de Joe Biden para combatir el cambio climático en un fallo histórico (Esme Stalland, 1/7/22), lo que llevó a Stephen Collinson, desde CNN (1/7/22), a calificar a esa Suprema Corte de peligro mundial. Collinson acierta al especificar que gracias a Trump, ese fallo transforma a la mayoría conservadora de esa Corte Suprema en amenaza para el mundo y desde luego en el más grave riesgo existencial, porque coloca a la humanidad en alto riesgo de extinción, un predicamento ampliamente advertido por la comunidad científica, ya que contiene impactos multidimensionales que implican la aniquilación de la biósfera terrestre, incluidos, cabe recordar a la derecha de Estados Unidos, su propia población y territorio.

Recuerdo que en Capitalismo catastrófico ( La Jornada, 12/8/21) mencioné que el documento del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático de la ONU (IPCC) ofrece la síntesis de 14 mil estudios científicos que llevan a entender que el cataclismo climático en curso puede frenarse, y que es el ahora o nunca el momento humano para movilizarse, levantarse contra un grave riesgo que durante algunas semanas dejó ver los altos órdenes de destrucción física y de vidas que conlleva. Más que un cambio climático, ante la posposición suicida por la ausencia de toda regulación de los gases de efecto invernadero (GEI), prefiero calificarlo de colapso climático capitalogénico y de omnicidio, que puede y debe ser frenado y revertido en la medida en que esto todavía es posible. Los datos ofrecidos por un amplio sector de investigadores sobre los cambios en el Ártico indican que ya están a la vista indicios de irreversibilidad.

La mayoría conservadora de la Corte Suprema carece de información científica y de empatía con la población (no sólo estadunidense). Es lamentable la ideologización de este acontecimiento devastador en curso.

Elena Kagan denunció en nombre de los jueces progresistas que “la Corte despojó a la Agencia de Protección Ambiental del poder que le dio el Congreso para abordar el ‘problema más apremiante de nuestro tiempo’” (Esme Stalland, 1/7/22), recordando que en la reciente década Estados Unidos sufrió sus seis años más calurosos desde que se iniciaron los registros. La industria de los combustibles fósiles y sus gobernadores republicanos aliados celebraron el cataclísmico fallo, mientras la diputada demócrata Alexandria Ocasio-Cortez calificó de catastrófica la decisión del Supremo también, “tras su decisión de la semana pasada sobre el aborto ( CubaDebate, 30/6/22).

El regresivo fallo histórico de la Corte Suprema representa un gran revés no sólo para los planes climáticos de Biden, sino que como dice Vickie Patton, asesora general del Fondo de Defensa Ambiental, Nueva York socava la autoridad de la Agencia de Protección Ambiental (EPA) para proteger a las personas de la contaminación climática (Esme Stallard), y según el portavoz de la ONU afectará los esfuerzos globales por abordar este problema, pues Estados Unidos es uno de los mayores responsables de la acumulación de las emisiones de GEI, e impactará en la negociación, todavía en ciernes, para regular y disminuir a la brevedad, como advierte la comunidad científica del orbe sobre el actual predicamento, mientras las potencias occidentales están en grandes negocios con la prolongación de la guerra.

Si agregamos el deterioro regulatorio de los instrumentos de Estado en materias como medio ambiente, portación de armas de asalto, salud pública, migración, que se dejan en manos de los tribunales estatales (hoy en día de corte conservador, hay que notar que han venido rechazando propuestas de la EPA), no se puede esperar que el gobierno sea capaz de impulsar los avances requeridos para frenar el calentamiento planetario ni que pueda detener las diversas medidas regresivas en derechos civiles para la sociedad estadunidense, sobre todo para sus sectores más vulnerables.

Estados Unidos pierde su capacidad de liderazgo global de la transición energética, lo que contrasta con las decisiones tomadas por el presidente francés, Emmanuel Macron, quien explicita que para llevar adelante la negociación climática, el Estado requiere el control total del mercado energético, en especial el eléctrico, una observación fundamental para México y América Latina, pero en Estados Unidos la guerra parece ser contra el Estado y el interés y bienestar públicos, fomentando una visión gentrificada y elitista de la estrategia climática. Estos eventos confirman la percepción de I. Wallerstein de que Estados Unidos está en declive hegemónico precipitado desde la masacre contra la población de Irak. Como dice Mark Sherman: “La Corte Suprema va por más: aborto, armas, religión. Un cambio importante en las leyes en cualquiera de estas esferas habría dado lugar a un lapso fatídico en la Corte Suprema de Estados Unidos, pero… la mayoría conservadora de ese tribunal se pronunció en los tres casos y emitió decisiones significativas que limitan los poderes reguladores del gobierno. Y esa mayoría ha indicado que no tiene planes de bajar el ritmo” (Ap, Los Angeles Times, 2/7/22).

Y eso afecta decenios de lucha por los derechos civiles. Como dijo Hajin Kim, profesora de derecho de la Universidad de Chicago: El fallo otorga enorme poder a los tribunales para debilitar otras regulaciones que no les gustan, (Stalland), todo lo cual debilita la legitimidad federal (como en Texas las decisiones del gobernador contra los inmigrantes).

Es de lamentar que en Estados Unidos se esté construyendo un escenario con medidas autoritarias y regresivas, hacia adentro (y hacia afuera) de corte fascista en ruta al nacional trumpismo, de cara a las próximas elecciones, peligroso para México, América Latina, el Caribe y el mundo.

(Continuará.)

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