Rey Vargas cayó de rodillas al escuchar que era el nuevo campeón en peso pluma del Consejo Mundial de Boxeo. Había derrotado por decisión dividida al invicto filipino Mark Magsayo, peleador duro como hueso y cuya velocidad lo empujó siempre al ataque. Dos jueces vieron ganar al mexicano; uno, al tagalo. La redes sociales se incendiaron con más víscera que argumentos.

El sábado por la noche, el pasado 9 de julio, en San Antonio, Texas, un nuevo campeón tricolor celebró que el cinturón iría a México y que ahora sí –Vargas fue monarca supergallo por más de tres años–, por fin estaría en el sitio que merecía, ser reconocido y, sobre todo, bien pagado.

Lo cerrado de la pelea acarreó debates sobre si había sido jus-to el veredicto. Las estadísticas de golpes efectivos, no sólo lanzados, favorecen al mexicano, quien tuvo una caída en el noveno asalto que pudo influir en la apreciación. Lo mismo el estilo del filipino, siempre combativo y al frente.

Yo estoy tranquilo con el resultado, cuenta Vargas a La Jornada; el mismo Magsayo lo admitió al final del combate y quedó conforme, porque en el fondo lo sabía. Gané con boxeo e inteligencia.

El boxeador asiático tiraba golpes a una velocidad asombrosa, sobre todo en los primeros episodios, y buscaba demoler con un impacto de poder al mexicano. Rey apostó al boxeo, a la técnica y la estrategia; sus jabs aterrizaban con mayor puntería que los del rival.

Quienes dudan de mi victoria no conocen las reglas de puntuación, argumenta Vargas; no se trata sólo de ir hacia adelante y lanzar golpes, hay que conectarlos, ser efectivos. Y claro, con el estilo de Magsayo, que parece que siempre está atacando, además de la caída que tuve, eso puede dar una impresión poco exacta de la pelea.

Reconoce que cuando cayó pensó que eso podía influir en la apreciación, aunque el resto del combate lo dominaba.

Este nuevo título que gané para México me colocará en el lugar que debía estar desde hace algún tiempo, celebra Vargas, quien asegura que padeció cierto maltrato por la empresa que lo dirigía.

No sólo en lo económico, sino también en mi proyección, era como si no existiera o la gente no supiera que había un campeón mexicano en la división. Creo que ahora podré estar en el sitio donde siempre quise. Lo he tocado, ahora quiero caminarlo.