San Cristóbal De Las Casas, Chis., Alrededor de 500 migrantes, la mayoría venezolanos, que forman parte de la caravana que partió de Tapachula el viernes pasado, permanecieron este domingo en la estación migratoria de Huixtla, en espera de ser atendidos por las autoridades migratorias para que les entreguen documentos y puedan trasladarse a la frontera norte, informó Jonathan Ávila a nombre de los extranjeros.

Añadió que el Instituto Nacional de Migración (INM) suspendió labores ayer, pero les ofreció que el lunes reanudará actividades y serán atendidos. En la estación migratoria de Huixtla quedan aproximadamente 500 personas, entre ellas yo, a las que no nos han dado el permiso porque las autoridades de Migración no trabajaron hoy (domingo); nos dijeron que este lunes nos van a atender, expuso en entrevista telefónica.

Comentó que hasta el sábado por la noche, aproximadamente 3 mil 600 personas que participaban en la caravana habían recibido documentos y se dirigieron a las terminales de autobuses de Huixtla, buscando alguna forma de trasladarse a la frontera norte, para entonces tratar de ingresar a Estados Unidos.

La mayoría de las 500 personas (que esperan obtener documentación) están en las instalaciones migratorias, pero hay demasiado sol y demasiada lluvia, por lo que están sufriendo mujeres y niños, manifestó el migrante oriundo de Venezuela, que viaja con su esposa y tres menores.

Lo que nos dijeron los de Migración es que esperáramos al lunes, que es cuando ellos trabajan para entregar los permisos a los que quedaron pendientes, reiteró.

Ávila, quien desertó de la Guardia Nacional de su país de origen con la intención de migrar a Estados Unidos, relató que el trato de Migración hacia los venezolanos es horrible; eso no es un secreto para nadie. La situación es demasiado difícil para nosotros.

De igual manera, dijo que la parroquia de Huixtla, a cargo del sacerdote Heyman Vázquez Medina, proporcionó el sábado por la tarde agua, pan y comida a las personas que están en las instalaciones migratorias, porque el clérigo sabía que la gente ya no tenía nada para comer.