ixto González, sobre su reluciente cuatriciclo eléctrico azul, dice: ¿La gasolina?, imagínate, 50 años luchando con ella, ¡ya no quiero ni olerla!. Con su nuevo vehículo se traslada a 40 kilómetros por hora por La Habana, donde el combustible escasea y esperar el transporte público es un suplicio.

Las motocicletas, triciclos y autos eléctricos salpican cada vez más el paisaje urbano de la capital cubana, dominada hasta ahora por viejos automóviles estadunidenses de la década de 1950 y los compactos Lada de la era soviética.

Con un precio de 4 mil a 8 mil dólares, los cuatriciclos se han convertido en la ilusión de muchos habaneros atormentados por las dificultades del transporte. La última vez que Sixto llenó con diésel el tanque de su automóvil aguardó ocho horas en una fila.

Este taxista retirado, de 58 años, tiene la fortuna de poseer, además del cuatriciclo, uno de los 600 mil automóviles que circulan en la isla, donde viven 11.2 millones de personas. Sin su suerte, muchos cubanos optan por una motocicleta o un triciclo eléctrico, utilizado muchas veces como taxi o para carga.

En una vieja armadora de camiones soviéticos en desuso, en Santa Clara, está la planta Minerva, donde se ensamblan la mayoría de estas motos importadas de China o Vietnam.

Entre el ruido de atornilladores automáticos, un centenar de obreros arman y pintan los vehículos eléctricos que avanzan empotrados sobre rieles de producción.

El objetivo es hacer 10 mil motocicletas este año, dice Elier Pérez, director de Minerva, cuya máxima producción anual hasta ahora ha sido 5 mil.

En otra área de la nave se almacenan hileras de triciclos listos para la venta. Son parte de los 2 mil vehículos de tres ruedas previstos para este 2022, dice Pérez. Actualmente circulan en el país entre 40 mil y 50 mil motos eléctricas, según las autoridades.

La tuve que comprar porque se acabó el petróleo y colas y colas interminables y tengo que moverme, explica Raúl Suárez, montado en su nuevo vehículo eléctrico. Este tipo de transporte está resolviendo un poco el problema, es una buena iniciativa”.

Hace tres años el gobierno empezó a impulsar el uso de vehículos eléctricos al introducirlos en empresas estatales para su personal.

Cuba es un museo rodante, con una gran cantidad de automóviles que tienen 35 años de edad, se lamenta Guillermo González, director de Ingeniería del Ministerio de Transporte.

Con los autos eléctricos bajará el consumo de combustible, tanto de diésel como de gasolina, y al mismo tiempo disminuimos la contaminación.

Usar el transporte público es un calvario, pues los habaneros esperan horas para abordar un camión, ya que la mitad está fuera de operación por falta de neumáticos y baterías.

Afp