Martes 12 de abril de 2022, p. 14
En la siguiente entrevista, el renombrado académico y disidente Noam Chomsky analiza si Vladimir Putin puede ser juzgado por crímenes de guerra a la luz de la creciente evidencia que trae a la mente las atrocidades cometidas por los nazis en la Segunda Guerra Mundial. Indicios recientes muestran que también las fuerzas ucranias se han involucrado en crímenes de guerra al dar muerte a soldados rusos capturados.
–La guerra en Ucrania ha convertido a Rusia en un Estado paria en toda Europa y Norteamérica, pero Moscú continúa recibiendo apoyo de muchos países en el Sur global. La relación estratégica entre Rusia y China parece volverse más fuerte, aunque ambos países se han identificado entre sí como factores importantes para mantener el orden y la estabilidad en un mundo emergente policéntrico
desde mucho antes de Putin y Xi Jinping. De hecho, el ministro ruso del Exterior, Sergéi Lavrov, tras una reunión reciente con su contraparte chino, expresó que los dos países trabajan juntos hacia un nuevo orden mundial, un nuevo orden democrático mundial
. ¿Ese nuevo mundo enfrenta a los países del Norte global contra los del Sur global? ¿Y qué le parece esa afirmación de que Rusia y China trabajan juntos para promover un nuevo orden democrático mundial
? Para mí, la idea de dos estados autocráticos trabajando para promover la democracia en el mundo me parece una mala broma.
–La idea de que Rusia y China promuevan un orden democrático mundial
es, desde luego, ridícula. Lo harán en buena medida del mismo modo en que Estados Unidos trabajaba para promover la democracia
en Irak, con el objetivo de la invasión que el entonces presidente Bush anunció cuando quedó claro que la única pregunta
–¿abandonará Saddam Hussein su programa de armas nucleares?– había recibido la respuesta incorrecta. Con raras excepciones, la clase intelectual y la mayoría de los académicos se pusieron firmes y proclamaron con vigor la nueva doctrina, como supongo ocurre hoy también en Rusia y China.
“Como mostraron las encuestas organizadas por Estados Unidos, a los estadunidenses embelesados por los ‘nobles’ objetivos proclamados (en la invasión de Irak) se les unieron incluso algunos iraquíes: uno por ciento de los encuestados. Cuatro por ciento pensaban que Estados Unidos invadía para ayudar a los iraquíes. El resto concluía que, si las exportaciones de Irak hubieran sido espárragos y pepinillos, y el centro de la producción global de petróleo estuviera en el Pacífico Sur, Estados Unidos no habría invadido.
“No pretendo tener conocimiento experto, pero, según mi experiencia en pasadas semanas con el Sur global –medios, muchas entrevistas y reuniones, muchas discusiones personales–, no me parece muy acertado decir que apoya a Moscú, excepto en el sentido de que Moscú recibe apoyo de las potencias occidentales que le siguen pagando por productos petroleros y alimentos (probablemente por ahora la fuente de las principales ganancias de Rusia por exportaciones).
“Volvamos a la ‘relación estratégica entre Rusia y China’. Cierto, parece fortalecerse, aunque no es una realmente una sociedad. La corrupta cleptocracia rusa puede proveer materias primas y armas avanzadas al sistema económico que Pekín establece sistemáticamente en toda la tierra firme de Asia, llegando también a África y Medio Oriente, y por ahora incluso a los dominios estadunidenses en América Latina. Pero no hay mucho más. Es probable, me parece, que el papel de Rusia en esta sumamente desigual relación disminuya después de que Putin ha entregado a Europa en bandeja de plata al sistema ‘atlanticista’ manejado por Estados Unidos, un regalo de sustancial importancia, como hemos examinado en otras ocasiones.
–¿Puede China ayudar a detener la guerra en Ucrania? De ser así, ¿qué detiene a Pekín de usar su influencia sobre Moscú para que se alcance un acuerdo de paz en Ucrania?
–China podría actuar para promover las perspectivas de un acuerdo de paz negociado en Ucrania, pero parece que los líderes chinos no ven ventaja alguna en hacerlo.
“La falta de disposición de China a dedicar sus esfuerzos a un acuerdo negociado del conflicto en Ucrania merece crítica, pero no parecería apropiado que esa crítica proviniera de estadunidenses. Después de todo, China se adhiere a la política oficial de Washington. En términos simples, esa política es ‘pelear hasta el último ucranio por la independencia de Ucrania’, sin ofrecer forma alguna de salvar a Ucrania de más tragedias. Aún peor, la política actual socava esas esperanzas al informar a Putin que no hay más que dos caminos: o La Haya o seguir con la destrucción de Ucrania.
Es posible que China esté relativamente satisfecha con el curso de los acontecimientos. Muy probablemente es lo mismo en Washington. Los dos han ganado con la tragedia. Y la euforia entre los productores de armas y combustibles fósiles es inocultable a medida que encabezan la marcha hacia una catástrofe indescriptible, subrayada en términos vívidos por el informe del Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático del 4 de abril.
–La posición de Turquía sobre la guerra en Ucrania es mantener la neutralidad y actuar como mediadora en la crisis. ¿Puede Turquía mantener ese acto de equilibrista puesto que, según sabemos, ha estado suministrando asistencia militar a Ucrania desde 2019 y está alineada a la visión geoestratégica de Washington con respecto a Ucrania?
–Turquía ha tenido una postura ambigua en los asuntos mundiales durante muchos años. Es miembro de la OTAN, pero la Unión Europea ha rechazado sus solicitudes de membresía, por cuestiones de derechos humanos. En la década de 1990 fue de hecho responsable por crímenes horrendos: su masivo estado de terror contra la población kurda, que dejó decenas de miles de muertos, 3 mil 500 ciudades y poblados destruidos, un éxodo de cientos de miles de personas desde las regiones kurdas devastadas hacia barrios miserables en Estambul. Esos crímenes fueron en su mayoría callados por la ‘prensa libre’, tal vez porque Bill Clinton enviaba armas a Turquía, cada vez más mientras las atrocidades aumentaban. Turquía se volvió el principal receptor de ayuda militar estadunidense (aparte de Israel-Egipto, una categoría aparte), extendiendo una relación muy estrecha entre los abusos de derechos humanos y la ayuda estadunidense que se remonta muy atrás, pero que de algún modo no desmerece su muy elogiada nobleza.
“Hacia 2000, los crímenes del Estado turco disminuyeron, y en los años siguientes la situación mejoró notablemente, cosa que pude atestiguar en persona, con mucho aprecio. Hacia 2005, bajo el gobierno cada vez más duro del presidente Recep Erdogan, el progreso se detuvo y se revirtió. Eso pudo haber sido en parte una reacción a la continua negativa de la Unión Europea a aceptar su membresía, haciendo caso omiso de los grandes avances recientes y reforzando la sensación de que los europeos sencillamente no aceptarán a los turcos en su club.
“Desde entonces el gobierno de Erdogan se ha vuelto mucho más brutal, de nuevo contra los kurdos, pero además atacando los derechos civiles y humanos en un frente amplio. Y ha tratado de convertir a Turquía en actor importante en los asuntos regionales, con insinuaciones de un califato otomano renovado. Acepta armas rusas, pese a fuertes objeciones estadunidenses, pero sigue teniendo una parte central en el sistema de dominio regional –y ahora global– de la OTAN. El ‘acto de equilibrista’ con respecto a Ucrania es ejemplo de esto.
“Si Turquía puede facilitar negociaciones que pongan fin al horror en Ucrania, sería un suceso muy bien recibido y habría que aplaudirlo. Sólo podemos especular sobre cuáles serían las probabilidades mientras Estados Unidos insista en perpetuar el conflicto ‘hasta el último ucranio’ y bloquee un desagradable acuerdo negociado que sea alternativo a la destrucción de Ucrania e incluso quizás a una guerra nuclear.”
–El gas de Rusia sigue fluyendo hacia Europa, aunque Putin ha exigido que los gobiernos europeos lo paguen en rublos. ¿Cuál sería el impacto en las relaciones geoestratégicas entre Europa y Rusia si la primera se independizara del gas ruso?
–No parece probable en el futuro cercano. Europa podría arreglárselas para poner fin al uso de carbón y petróleo de Rusia, pero el gas es otro tema. Eso requeriría gasoductos que tardarían años en construirse, o instalaciones para el transporte de gas natural licuado que apenas existen. Pero creo que la pregunta que debemos hacernos es diferente: ¿podemos ascender a la sabiduría de los tiranos reaccionarios que proporcionaron a Europa un siglo de paz en Viena en 1814? ¿Podemos avanzar hacia la visión de Gorbachov de un hogar común europeo sin alianzas militares, concepción no lejana de la iniciativa estadunidense de una Sociedad para la Paz que fue socavada por Clinton? ¿Podría aparecer algo parecido a un estadista en la Rusia actual? Pienso que preguntas como éstas deberían estar al frente en nuestro pensamiento, y en nuestro compromiso activo por tratar de influir en el debate y en las opciones políticas.
–Hay evidencia creciente de crímenes de guerra rusos. ¿Se puede enjuiciar a Putin por crímenes de guerra en Ucrania?
–La persecución de crímenes de guerra, en el mundo real, es la ‘justicia del vencedor’. Eso quedó claro en el tribunal de Nuremberg y ni siquiera se ocultó en el tribunal de Tokio, que acompañó a aquél. En Nuremberg, el bombardeo de saturación de zonas urbanas densamente pobladas se excluyó porque fue una especialidad de los Aliados. Los crímenes de guerra alemanes fueron exculpados si se podía demostrar que los Aliados cometieron actos semejantes. En años subsecuentes, los principios de Nuremberg fueron echados a la basura. Sólo en fechas recientes se ha descubierto que fueron un garrote para golpear a los enemigos oficiales.
“No se puede pensar en juzgar a Estados Unidos por sus muchos y horrendos crímenes. Alguna vez se hizo un esfuerzo por llevarlo a la justicia por su guerra contra Nicaragua. A las órdenes de la Corte Internacional de Justicia de poner fin a esos crímenes, Washington respondió aumentándolos en número e intensidad, en tanto la prensa (por ejemplo, el New York Times) acusaba a la corte de ser un ‘foro hostil’ por atreverse a condenar a Estados Unidos, siguiendo amplios precedentes.
“Putin podría ser juzgado por crímenes de guerra si es derrocado en su propio país, y Rusia puede ser juzgada si es un país derrotado. Eso es lo que la historia indica.
Es de imaginarse que el mundo podría elevarse a un nivel de civilización en el que el derecho internacional pudiera ser acatado, en vez de lanzado con indignación moral contra blancos selectos. No debemos cesar en los esfuerzos por lograrlo. Al hacerlo, no debemos sucumbir a las ilusiones alimentadas por los sistemas doctrinales globales.
*Publicado originalmente en Truthout
Versión completa en: https://www.jornada.com.mx/notas/2022/04/11/mundo/eu-bloquea-las-opciones-de-paz-en-ucrania-chomsky/
Traducción: Jorge Anaya