rimero fue el Brexit y luego la relocalización de empresas y capitales de Trump para disminuir la pérdida de empleos y fuerza productiva en su país.
A Nietzsche debemos la investigación que lo llevó a buscar el origen de los conceptos de bueno y malo en su Genealogía de la moral. Lo halló en quienes mandaban: los vencedores, aristócratas y valiosos en sí. Ellos se vieron a sí mismos como los buenos, mientras que a los débiles y vencidos, plebeyos y vulgares los hicieron ver como los malos.
Así ocurrió con los conceptos de civilización, modernidad y globalización. Fueron acuñados por los fuertes para hacérselos tragar a los débiles.
Los civilizados tenían lo que a los bárbaros (indios, campesinos, rancheros) les faltaba: gusto, refinamiento, buenos modales, mundo. Los modernos fueron los fundadores de lo nuevo, lo funcional, los dueños de la rosa de los vientos, la vanguardia, mientras los que se apegaban a valores concentrados en sus limitadas fronteras territoriales e ideológicas aparecieron obsoletos y atrasados. De su mano vino la globalización. Globalizados fueron aquellos que se levantaron contra el Estado absorto en su localismo y ajeno a la competitividad. Las élites de las potencias capitalistas impusieron al resto del planeta la idea de la globalización como sinónimo de excelencia. Y así se le difundió y la introyectaron gobiernos, empresarios y su vasta periferia de medios e intelectuales, que se encargaron de climatizarla.
Me tocó abordar el tema en un encuentro trinacional organizado por la Asociación de Abogados Democráticos y los Abogados Masones de Nuevo León; los otros dos participantes fueron de Brasil (Realidad y perspectivas laborales) y de Canadá (El trato diferenciado a los migrantes del sur).
El mundo abrazó la competitividad. Los gobiernos abrieron sus mercados a la inversión extranjera y en su canasta colocaron la mayor parte de sus huevos. Y se inventaron coartadas para las bondades de la tecnología y la flexibilidad del trabajo.
El comercio y la tecnología de Internet hicieron posible saltar por encima de la cortina de nopal
. Pero no era ni una cosa ni la otra lo que le daba su principal fuerza a la globalización, sino las finanzas. Asistimos a la inauguración y el espectáculo del casino mundial, del libertinaje bancario y de la aspiradora especulativa y el ocultamiento ilícito de los fondos nacionales. En México, a la enajenación de los recursos naturales del país, la desaparición de conquistas laborales y la desregulación empresarial.
Pero las promesas globalizadoras pronto se empezaron a despedazar ante lo que Carlos Tello llamó la revolución de los ricos
. No era tal sino una más de las expansiones del capitalismo en su modalidad más feroz y tanatógena.
Diez años después de que la ONU lanzara los Objetivos del Milenio, entre los cuales destacaba el de disminuir el hambre y la pobreza, Oxfam International, en su informe 178, titulado Gobernar para las elites. Secuestro democrático y desigualdad económica arribaba a unas conclusiones que se leen a sí mismas: Hoy la mitad de la renta mundial está en manos del uno por ciento más rico de la población, cuya riqueza asciende a 110 billones de dólares. Esta cifra es 65 veces mayor que el total de la riqueza que posee la mitad más pobre de la población mundial
.
Frei Betto ha llamado globocolonización al fenómeno en los países que han sido vistos desde siempre como puntales forzados de las economías de Europa y Norteamérica. En ellos se ha registrado expolio, pobreza, migración masiva de sur a norte, grave falta de atención a los servicios básicos y ataques a su soberanía, como el que recientemente recibió México por parte de Estados Unidos en torno a la reforma eléctrica. ¿Cuándo se inicia la nueva Guerra de los Pasteles, o bien la de las hamburguesas? Las guerras de agresión no son sólo como la de Estados Unidos contra Irak, o bien la de Rusia contra Ucrania.
Es esa guerra en curso la que marca un episodio más en la evanescencia de la globalización. La respuesta bélica de Rusia es contra la hostilidad de Occidente a través de la OTAN, cada vez más cercana a su territorio, y su respuesta económica a las sanciones que Estados Unidos y sus aliados le imponen señalan la vuelta al nacionalismo. José Natanson (Rusia y Ucrania en un mundo nuevo
, Le Monde Diplomatique) concluye que la guerra acelera el proceso de disolución de los mercados mundiales
y la desdolarización en los movimientos financieros y el resguardo de capitales.
Dilma Rousseff, la ex presidenta de Brasil, ha expresado en varios foros que es preciso reindustrializarnos. Nos impusieron la desindustrialización y acentuaron nuestro carácter de países maquiladores. Ante la próxima conclusión del Tratado de Bucareli, en México estamos obligados a ahondar lo que el gobierno de López Obrador ha venido impulsando sobre nuestros recursos energéticos. Natanson se pregunta si las preocupaciones de Putin sobre Rusia lo convierten en un troglodita trasnochado o en alguien que ha entendido hacia dónde sopla el viento. La misma pregunta cabe hacerse sobre López Obrador.