a Unión Ganadera del estado de Durango llamó a sus agremiados a vender todos sus animales improductivos antes de que mueran por la falta de alimento y agua que se prevé para los próximos meses. De acuerdo con el presidente de ese organismo, las bajas precipitaciones de aguanieve en esta temporada permiten anticipar que a partir de mediados de mes una sequía severa azotará a buena parte de esa entidad, y que desde junio comenzará a agotarse el agua almacenada en los abrevaderos. Al tema hídrico se suma el aumento de 36 por ciento en el precio del maíz forrajero a causa del cese de las exportaciones rusas.
Una señal de que la escasez de agua prevista ya es motivo serio de preocupación se encuentra en la ola de incendios registrados durante las semanas recientes. El 24 de marzo había 33 incendios forestales activos en un área de 4 mil 278 hectáreas, pero para el día 30 el número de siniestros se había duplicado y ya abarcaba 6 mil 253 hectáreas, una quinta parte de las cuales corresponden a Nuevo León, 18 por ciento a Tamaulipas, 13 por ciento a Durango y el resto a otras entidades. Algunas de estas conflagraciones han dañado áreas naturales de gran valor ecológico.
El año pasado, la sequía fue un factor principal en la pérdida de cosechas en diversas zonas del país y de la consecuente caída en la producción de maíz grano, caña de azúcar, chile verde, sorgo y otros cultivos. Estos problemas productivos contribuyeron a elevar aún más los precios de los insumos básicos en medio de la inflación más alta en dos décadas a escala nacional, y que alcanzó niveles no vistos en casi 40 años en otras regiones.
La confluencia de la sequía esperada, la inflación que ya se ha instalado en las economías mundiales y el conflicto bélico en Europa del Este hace temer que los costos de los alimentos no sólo no regresen a los niveles de hace un par de años, sino que continúen su tendencia alcista por tiempo indefinido, lo cual impactaría al conjunto de la sociedad, pero de manera desproporcionada a los sectores más pobres, tanto por su carencia de recursos para asumir los incrementos como por el mayor porcentaje de sus ingresos que destinan a este rubro.
Ante este escenario, es urgente que las autoridades y los productores diseñen un plan de acción a fin de evitar que se materialice un alza desmesurada en los precios alimentarios. Es evidente que algunos factores se hallan fuera de las manos del gobierno y los empresarios mexicanos, como ocurre a todas luces con las precipitaciones o el desarrollo del conflicto ruso-ucranio, pero también es claro que no se puede esperar hasta que la problemática golpee de lleno los bolsillos de los ciudadanos y ponga en riesgo la disponibilidad de víveres para tomar medidas paliativas. El anuncio del presidente Andrés Manuel López Obrador sobre un eventual control de precios para alimentos en caso de que la inflación local no remita, es indicativo de que las autoridades ya son conscientes de este reto, y cabe esperar que se presente un programa integral en torno a la seguridad alimentaria.