a construcción de los gasoductos Nord Stream 1 y Nord Stream 2, este último el más grande del mundo, tardó varios años en concretarse, no sin antes resolver infinidad de problemas. Sin embargo, en cuestión de días se han puesto en riesgo, ya que, según la televisión alemana, están en el catálogo de sanciones en contra de Rusia por la invasión a Ucrania. La guerra injustificada que ha provocado Vladimir Putin, presidente de la Federación Rusa, afectará a los países que dependen del gas natural de ese país.
Con el actual enfrentamiento entre Rusia y Ucrania, es evidente que los desacuerdos internos de la Unión Europea (UE) continúan. Hacemos hincapié en que no estamos hablando de una lucha ideológica entre derecha e izquierda, el conflicto es de mercado, es de intereses económicos.
La discrepancia interna en la UE y, sobre todo, la presión política por el hostigamiento de Washington para evitar el funcionamiento del gasoducto Nord Stream 1, fue deteriorando las relaciones comerciales entre Estados Unidos, Rusia, Ucrania y los que intervinieron sin tener que ver con la soberanía ucrania y las naciones que buscan su independencia de este país.
Las sanciones injustificadas del ex presidente Trump y del actual mandatario Joseph Biden ponen en peligro la soberanía energética, no sólo de la UE, sino también de los integrantes de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).
El riesgo de dejar sin gas y electricidad a Europa es una realidad. Una crisis energética similar a la posguerra de los años 40 sería devastadora para el mundo, no sólo para los europeos. De nueva cuenta, la población de esos países está en peligro de sufrir las consecuencias de las decisiones mercantilistas de sus gobiernos. El abasto de gas para ese continente es prioritario, no las necesidades de acaparamiento de Estados Unidos.
Recordemos que los gasoductos Nord Stream 1 y 2, este último con mil 230 kilómetros de longitud, fueron construidos bajo el mar Báltico, de Rusia a la costa de Alemania, con un tramo sobre el mar. El Nord Stream 2 se ubica paralelamente al 1. Ambos con una capacidad anual de 55 mil millones y 110 mil millones de metros cúbicos, respectivamente. Bloquear esa fuente de abasto será un gran desperdicio.
El trabajo y el empeño del equipo de ingeniería y de otras especialidades para ese tipo de obras puede perderse a causa del presente conflicto. No fue fácil integrar un equipo de especialistas de alto nivel para cumplir con el proyecto ruso-alemán. Ahora, esa obra monumental pasa a ser parte de la lista de problemas por la inconcebible política intervencionista.
La cancelación de ambos gasoductos rusos sería un triunfo, más económico que político, para las gaseras estadunidenses, ya que han insistido y amagado, para exigir a sus clientes europeos, que consideren a su país como el principal, o más bien, como el único proveedor de ese energético.
Bélgica, Noruega y Dinamarca forman parte de la OTAN, por tanto, en caso de que así lo decidieran, tendrían que enfrentarse a Rusia, país que les provee de gas natural, siempre a tiempo y a bajo precio. Para satisfacer las necesidades del energético, ni Estados Unidos, ni siquiera Qatar, podrían cubrir las necesidades de los países clientes. Tendrían que superar el volumen que la empresa gasera rusa, la Gazprom, ha entregado hasta la fecha. El gas de Qatar está muy lejos de Europa, y Estados Unidos, lo mismo. Además, se presentarían probablemente algunos problemas técnicos para la entrega final.
Y, en la búsqueda de soberanía energética, la Comisión Europea diseña un plan seguro para disminuir las importaciones de gas ruso. Aun teniendo gas menos caro y de entrega segura con la empresa Gazprom.
Rusia no ha invadido Ucrania ni destruido ciudades con bombardeos inmisericordes. Las falsedades divulgadas entorpecen las reuniones entre ambos países para llegar a un acuerdo, principalmente para eliminar la amenaza bélica de la OTAN y el reconocimiento de Crimea como parte de Rusia y de la independencia de las naciones que no quieren pertenecer a Ucrania.
Otro punto de conflicto político es el cobijo que el gobierno ucranio ha dado a grupos de tendencia nacionalsocialista, o ultraderechista, que han sometido a la población a un ambiente de inseguridad e incertidumbre. Entre la realidad de una situación de guerra y la del futuro próximo con escasez de alimentos, de gas y electricidad, la población local se enfrenta a una mayor incertidumbre.
Los presidentes Vladimir Vladímirovich Putin y Volodymir Oleksandrovich Zelensky se pondrán de acuerdo tarde o temprano. De lo contrario, las pérdidas serán muchas, especialmente las humanas. Y el desperdicio de recursos naturales y de la fuerza de trabajo de miles de obreros y profesionales serán irrecuperables.
En todo caso, la lógica tiene la palabra.