Sin mayoría parlamentaria, buscará cumplir anhelos de la mayoría
Viernes 11 de marzo de 2022, p. 23
Santiago. El juvenil líder izquierdista Gabriel Boric Font, un egresado de la carrera de derecho que no presentó aún su tesis de grado, de 36 años cumplidos a mediados de febrero y quien hace apenas 10 encabezaba las protestas contra la educación mercantilizada, asumirá hoy la presidencia de Chile con una enorme endoso de anhelos colectivos en su espalda y de urgencias ineludibles e impostergables.
Gobernará con el encargo de no defraudar la exigencia de cambios estructurales expresada en años recientes, en particular cuando el estallido social iniciado el 18 de octubre de 2019 y que se prolongó por meses, sacudió a la sociedad y la institucionalidad hasta sus cimientos, como uno de esos terremotos descomunales que asuelan al país, desatando un proceso constitucional que está en marcha, que avanza contra el tiempo y contra el boicot derechista.
Deuda con mapuches
A Boric lo esperan desde el minuto cero ingentes desafíos: tal vez el más urgente en cuanto a conflictividad es atender la reivindicación histórica reclamada por los pueblos originarios, en particular de los mapuche, algunas de cuyas organizaciones protagonizan un creciente alzamiento armado en el sur del país por la recuperación de sus tierras ancestrales, ahora en manos de latifundios forestales. La situación en ese territorio de 72 mil kilómetros cuadrados en las regiones del Biobío, de La Araucanía y de Los Ríos, es de cuasi ausencia del estado de derecho, pese al despliegue de miles de policías y militares con toda clase de recursos tecnológicos.
Es de los peores fracasos del saliente presidente Sebastián Piñera, cuya única política fue responder a los mapuche con más represión y criminalizarlos cual terroristas
y delincuentes, el mismo trato indigno que por siempre dio la nación chilena a los indígenas. Boric ha prometido que abrirá un diálogo, incluida la Coordinadora Arauco Malleco (CAM) que lidera la resistencia y recuperación territorial
.
Los problemas de orden y de seguridad se extienden también a las grandes urbes, donde centenares de barrios populares están tomados por narcotraficantes, quienes ostentan su poder de fuego.
Al novel presidente lo espera también una crisis migratoria descomunal en el norte, en las fronteras con Perú y Bolivia, por las cuales diariamente se cuelan miles de venezolanos, haitianos, colombianos y peruanos, los cuales llegan con la esperanza de encontrar trabajo, residencia y educación para sus hijos. En ese afán, desesperados y abandonados a su suerte por el gobierno, han copado los espacios públicos de importantes ciudades, habitan en carpas instaladas en plazas y veredas, sin acceso a servicios mínimos, como agua potable o sanitarios.
La reacción han sido expresiones de xenofobia por parte de ciudadanos, mientras el gobierno de Piñera –que animó la migración en un discurso en febrero de 2019– se dedica a expulsarlos.
Es un problema mayor: la reciente encuesta Data Influye dice que 65 por ciento están muy en desa-cuerdo
o en desacuerdo
con el ingreso de migrantes y sube a 73 por ciento en el norte.
Más allá de esos desafíos, Boric se comprometió a aumentar el sueldo mínimo a 650 dólares mensuales (actualmente en torno a los 380 dólares), a reducir la jornada laboral de 48 a 40 horas semanales; a modificar el sistema de pensiones para terminar con las administradoras privadas, a una reforma tributaria orientada a la clase social más adinerada que recaude cinco puntos del PIB (15 mil millones de dólares).
Otros de los ofrecimientos de Boric es reducir significativamente las listas de espera de atención médica (hay un millón de cirugías pendientes), a condonar las deudas de los universitarios (unos 8 mil millones de dólares), a crear el Fondo Universal de Salud y a enfrentar el déficit de 600 mil viviendas sociales, y muchas cosas más.
No la tendrá fácil. Carecerá de mayoría parlamentaria para legislar su programa y deberá negociar todo con la centro izquierda que no lo respaldó en las elecciones presidenciales y otros sectores moderados. Deberá lidiar con la sedición derechista, confesada por un diputado que manifestó que su partido saldrá a hacer oposición con todo
.